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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando de gobernar se trata, hay diversas formas de ejercer el mando, con métodos más o menos universales. Los gobernantes creen que ellos y sus sanedrines lo saben todo; dictan leyes para que los demás, que no saben nada, obedezcan y se atengan a sus "buenos oficios". Por ejemplo, en los recientes paros que hubo en Colombia, quedó demostrado que los gobiernos, el actual y los anteriores, jamás consultaron la opinión de los directamente afectados; la llamada tecnocracia casi incendia el país pues, para ellos, el campesinado no tiene idea de los problemas del campo ni saben de TLC y sus secuelas, ni los transportadores de combustibles o concesiones viales. El citadino, mucho menos, según su disparatado entender.

Los diferendos internacionales son terreno fértil para estos manejos. En el caso de la demanda interpuesta por Nicaragua sobre el mar territorial colombiano, ¿alguien les preguntó a los raizales sanandresanos qué pensaban del asunto limítrofe o les consultó su opinión acerca de los problemas y las posibles soluciones? No, tajantemente. Las licencias mineras se concedieron alegremente por todo el país a conglomerados multinacionales sin considerar ni de soslayo las consecuencias ecológicas y ambientales de la explotación, sin llamar a los afectados, aun cuando la norma así lo disponen. Desde las altas esferas se negocia todo sin contar los posibles perjuicios y sin tener en cuenta al ciudadano, el verdadero dueño del país, quizás pensando solamente en los intereses de unos pocos.

Una variante de éste modelo, que repite por todo el planeta con diversos colores y matices, es cuando el mandatario concentra omnímodamente todo el poder. La menor discrepancia significa caer en desgracia con el "monarca". Su opinión es la única válida, su sabiduría es infinita y quien no comparta su credo es declarado enemigo a muerte, a veces literalmente.

En algunos países, los candidatos deben responder por los programas de gobierno que les presentan al electorado, el cual tiene el legítimo derecho al reclamo; no se puede prometer alegremente puente y río. Incluso, deberá tener en cuenta las posibilidades políticas, legales y presupuestales. Desde luego, hay también monarquías, tiranías, sistemas mal llamados democracias, y de vez en cuando, democracias verdaderas. Latinoamérica ha sufrido muchas formas de gobierno, desde la colonial ibérica hasta modelos en los cual hay participación electoral (que más parecen monarquías) pasando por la bota militar, la ocupación de ejércitos extranjeros, los mesianismos y otras especies abominables. El análisis del devenir político y los fenómenos sociológicos asociados de nuestra región es bien interesante.

Bueno. Por un momento, imagine usted la escena de una película en la época de la "guerra fría": un personaje que no muestra su rostro, ya en un yate lujoso, una moderna oficina con vista a una gran urbe, un palacio deslumbrante, una isla paradisíaca o una suntuosa limusina, quien después conocer las noticias del día toma su teléfono satelital de señal encriptado y con voz tranquila, educada y gutural se comunica con alguien a quien le da unas instrucciones; éste a su vez llama a un tercero, cortesano de un poderoso presidente de una nación también poderosa, el cual recibe al pie de la letra la razón que le mandan. El discurso del día anterior debe ser modificado, incluso leyes firmadas no deben ser aplicadas. Hay muchos intereses en juego como para que él, por muy valiente que se crea, los ponga en juego; las necesidades de los países poco valen, nada más los de ellos. ¿Ficción? Puede ser, pero no está nada lejos de la realidad.

Los "intereses superiores" de un grupúsculo que domina el orbe deben ser protegidos por encima de cualquier nación; ellos son una nación distinta, y los demás cuentan en la medida en que sus beneficios se protejan y sigan acrecentando, sin importar el hambre, las guerras, los despojos y desplazamientos que puedan causar; mucho menos, los derechos humanos y todo aquellos que tantas vidas cobra a diario. Ejércitos propios y de los países que les obedecen, importantes medios escritos de comunicación de gran influencia, radio y televisión están a su servicio. Lo grave de todo esto es la capacidad de alienación que poseen por la cual mucha gente del común los protege sin saber si quiera que existen, defendiendo a mandatarios que les cuidan las espaldas a esos poderosos. Los servicios de espionaje y otros menos decentes se encargan de "tranquilizar" a quien ose atravesare. Todo un aparato de manipulación.

Mirando ahora el reciente acontecer mundial, se observa a un Barak Obama cada vez más solo, abandonado por sus aliados de siempre, dando tumbos en la política interna y en el escenario internacional, cayendo en los sondeos aceptación, lejos de aquellos discursos que tanto entusiasmaron al parlamento noruego para postularlo inmerecidamente a un Premio Nobel de Paz. ¿Cómo actúan en este caso los misteriosos personajes del teléfono satelital encriptado? Porque Obama no se manda solo…