La carreta de la innovación

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El gobierno nacional en materia de política pública y promoción, se la ha jugado toda por la innovación, refiriéndose mayormente a la tecnológica. Gracias a esto, se han destinado jugosísimas partidas presupuestales a distintos programas, que poco o nada tienen para mostrar, lo cual lleva a pensar que vamos por el camino equivocado.

Mírese por ejemplo, la tasa de éxito del Fondo Emprender del Sena. La mortalidad de las empresas de innovación que han utilizado capital semilla del Fondo Emprender causa escozor. La suma acumulada de este costosísimo y estéril experimento a través de los años, amerita soponcio, y daría hasta para acciones penales, en cualquier otro país. Pero este es solo el ejemplo más grosero.

Los resultados obtenidos y el altísimo costo para el país, deberían llevarnos a revaluar seriamente las políticas que se están implementando para promover la innovación.

Me atrevería a sugerir, que hay que repensar cuál es el papel real de la innovación en el desarrollo económico, y cuáles son las condiciones necesarias, distintas a financiación, requeridas para que pueda florecer la innovación, sobre todo a nivel empresarial.

Al margen de lo que puedan decir los gurús del tema, cualquiera que sea el tipo de innovación -productos, procesos, etc- está florece generalmente cuando el contexto es rico, y permite oportunidades para hacer asociaciones creativas.

Esto es importante, porque en últimas es la riqueza del contexto la que determina la capacidad innovadora y creativa de una sociedad. Si se entiende esto, las políticas públicas se orientan a enriquecer los contextos, y no a perseguir la innovación directamente. Entre otras cosas porque la innovación per se, no genera desarrollo, ya que necesita de la compañía del emprendimiento y el comercio.

Una anécdota que le escuché al presidente de Gallup, Jim Clifton, cuenta que un senador de los Estados Unidos había escuchado de Arpanet, y le picó la curiosidad por saber que era, y fue a hablar con el inventor para tal efecto; el senador quedó asombrado con lo que le mostraron, y solo atinó a decir que eso había que lanzarlo allá afuera para que la gente viera que podía hacer con eso, a lo que el inventor contestó que para qué, que los hombres de negocio y la comunidad no iban a saber que hacer con eso. Ese senador era Al Gore, y gracias a que su petición fue atendida, tenemos la Internet tal como la conocemos hoy, y eso que apenas está en su infancia. Muchos negocios y empleos se han generado globalmente gracias a la Internet.

En los Estados Unidos, la idea de Gore sigue viva. Hoy cualquier persona puede ir a los laboratorios nacionales Lawrence, y ver que patentes tienen, y cualquiera por mil dólares puede "rentar" la patente por seis meses, y tratar de buscarle aplicaciones comerciales. Va más allá, el interesado puede contratar al inventor.

La riqueza del contexto explica por qué unas sociedades son mejores que otras en ciertas áreas. De hecho los colombianos somos muy creativos e innovadores en literatura, música y pintura, ya que la riqueza y complejidad de nuestra cultura y subculturas crean oportunidades para este tipo de creatividad.

Igualmente, si comparamos una sociedad netamente agropecuaria con una tecnológica, cada cual va a ser innovadora en el contexto que le es familiar.

¿A qué nos conduce todo este discurrir? A que si el gobierno colombiano quiere promover la innovación tecnológica empresarial, primero tiene que comenzar por diseñar y aplicar políticas que enriquezcan el contexto social en general, comenzando por la educación, sobretodo la superior.

Como dice Jim Clifton, innovación es el carruaje, y emprendimiento y comercio son los caballos. Ambos son necesarios, pero cuando se carga demasiado la carreta, los caballos no pueden con ella.

Los emprendedores que logran apropiarse de la innovación para fines comerciales, surgen espontáneamente siempre que su contexto social y empresarial sea propicio para ello. Forzar la creación de emprendimientos innovadores, en ausencia de contexto idóneo, es camino a ningún lado.

El gobierno debería revaluar si la inversión de recursos que se está haciendo, es la óptima dado nuestro contexto. Creo que se ha sacrificado injustamente otros modelos de emprendimiento, que hubieran contribuido mucho al desarrollo. Es hora de acabar con esta injusticia.