El gobernador Rafael Hernández Pardo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



La generosidad proverbial, la amistad de siempre y la deferencia especial de Alfonso Vives Campo han hecho que inicie en ese prestigioso diario de la Costa Atlántica una columna de opinión en la cual estaré ligado a partir de ahora con esa tierra cuyos recuerdos han sido, son y seguirán siendo absolutamente perennes.

Que grato volver con las letras a tomar contacto con los habitantes magdalenenses y samarios, con quienes estamos unidos sincera y verdaderamente de corazón los que formamos parte o tenemos lazos de sangre con el gran General Rafael Hernández Pardo. Al fin y al cabo el Gobernador Hernández Pardo fue hijo adoptivo del Magdalena y de su capital y por ende los Hernández López hemos tomado ese legado como propio.

Siendo Embajador de Colombia en Portugal en una conferencia dictada en el aula máxima de la Universidad de Lisboa, Hernández Pardo, quien ocupó los más altos cargos de gobierno, de la diplomacia y de la jerarquía castrense, dijo con inmenso gozo y ostensible satisfacción que su mayor orgullo y su realización gerencial más constructiva y humana era su paso por la Gobernación del Magdalena por razón de las obras ejecutadas y plasmadas en el ejercicio de sus funciones.

Causó tal impresión entre los asistentes a ese recinto universitario, profesores, alumnos, políticos, militares, ministros y diplomáticos que al final surgieron interrogantes y preguntas acerca de esa aseveración. Ciertamente le dieron en la vena del gusto, por cuanto le dedicó más tiempo que en su exposición inicial a hablar de su querida Santa Marta. Los convenció a todos de que no había en el mundo una bahía y una ciudad caribeña tan particularmente bella por su mar, sus playas y su clima. Pero hizo referencia con mayor vehemencia a sus habitantes que hacen de ella que sea amable, acogedora y hospitalaria. En cuanto a sus mujeres destacó y le dio significación a su belleza sin par, su espontaneidad, su donaire y su manera de ser, causa de motivación y alegría.

Ese era Hernández Pardo frente a todo lo que tuviera que ver con ese departamento y esa ciudad que se impregnó en su alma y que se deleitaba dando a conocer a todos los que querían saber de Colombia. Felizmente tuvo la oportunidad de ser Jefe de misión diplomática tanto en América como en Europa. En Argentina, Portugal y Dinamarca no ocultó su amor por ese territorio patrio. Parecía que hubiese sido el emisario directo y representante de quienes son oriundos de Santa Marta y el Magdalena.

Su concepción y disciplina militar, su visión de ingeniero y su espíritu emprendedor dieron lugar a que su labor fructífera como Gobernador del Magdalena, se constituyera en ejemplo de eficiencia administrativa. Tanto sería que aún se recuerda en el ámbito nacional como algo sui generis en materia de dirección, progreso y bienestar. Se descubrió y se urbanizó El Rodadero.

Se electrificó todo el departamento, cuando todavía el Cesar se incluía como parte del Magdalena. Se dotó de acueducto a todos los municipios. Santa Marta fue la primera ciudad de Colombia con luz de mercurio que en ese entonces era lo más avanzado en el alumbrado público. Al construir la carretera unió a Santa Marta con Gaira y El Rodadero. En fin durante su Gobernación se materializaron un sin número de obras en beneficio de ese pueblo aunado a nuestros afectos.

Pero lo más relevante e importante es que sus hijos pensamos de la misma manera en lo referente a esa región y sus gentes, estamos identificados con él y por ello es para mí singularmente placentero estar aquí con ustedes, haciéndoles estos comentarios relacionados con algunos episodios de la presencia sustancial de Hernández Pardo.

Me parece pertinente recordarles a las nuevas generaciones de esa división territorial algo de la historia que se involucra con una etapa de las memorias magdalenenses y que es consecuentemente conveniente y necesario que la conozcan y valoren los jóvenes de hoy.