El proceso de paz entre el gobierno del doctor Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) no solo ha marcado un hito trascendental en la historia reciente de nuestro país, sino que ha adquirido relevancia a nivel glocal. Quiero decir que un proceso local se ha convertido de interés mundial.
Por eso, considero que con el se brinda lecciones valiosas para otras luchas armadas. Pese a no haber sido un camino exento de obstáculos, se ha erigido como un ejemplo de cómo conflictos armados de larga data pueden ser resueltos. Por eso, la metodología de las negociaciones, la incorporación en la vida política, los esfuerzos por el desarme y desmovilización de las Farc han sido minuciosamente estudiados desde otras latitudes.
Por otro lado, debo señalar la influencia de este proceso en la política global de drogas. No es secreto que las Farc estuvieron históricamente vinculadas al narcotráfico en Colombia, y el compromiso adquirido en el proceso de paz para combatir este flagelo tiene repercusiones a escala mundial. De tener éxito la lucha del gobierno contra el narcotráfico, es posible que se produzcan cambios significativos en la oferta y en las políticas de otros países.
Asimismo, es pertinente mencionar el foco global en derechos humanos y justicia transicional que este ha generado. Se ha prestado particular atención a la forma en que se han abordado las violaciones a los derechos humanos perpetradas durante el conflicto. La creación de una jurisdicción especial para la paz (JEP), así como la búsqueda de verdad y reparación para las víctimas, son observados con atención por países que también se enfrentan a legados de violencia y abuso.
Además, está el impacto ambiental. Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo y su medio ambiente ha padecido considerablemente a causa del conflicto armado. La deforestación, la minería ilegal y el cultivo de coca han proliferado en las zonas donde el Estado tiene poca presencia. Creo que, con el acuerdo de paz, se abre una oportunidad para que estos problemas puedan ser abordados de forma más efectiva. Esto es especialmente relevante a nivel global, dado que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son problemas urgentes para la comunidad internacional.
Finalmente, es fundamental subrayar las implicaciones que este proceso puede tener para la lucha contra el terrorismo global. Lo anterior en razón de que un grupo alzado en armas que fue catalogado como una organización terrorista por varias naciones y organizaciones internacionales, se desmovilice y se reintegre a la vida pacífica, podrían ofrecer lecciones valiosas sobre cómo gestionar el desarme y la desmovilización de otros grupos etiquetados como tal.
Así las cosas, es imprescindible destacar que la transición de las Farc de un grupo armado a un partido político es un indicador significativo en la consolidación de la democracia en Colombia. En mi perspectiva, este proceso envía un mensaje potente a otras regiones con conflictos armados: es factible la reincorporación de los grupos rebeldes en el sistema político, fortaleciendo así las democracias y el estado de derecho a nivel mundial.
Para concluir, aunque el proceso de paz es fundamentalmente un asunto local, estoy convencido de que sus implicaciones son innegablemente globales. Los éxitos y fracasos de este proceso tendrán un impacto duradero en cómo se manejan los conflictos en todo el mundo. Es un modelo de estudio que se empleará para otros procesos de paz, y las lecciones aprendidas en nuestro país sin duda, influirán en los esfuerzos de paz en el futuro en el nuestro y en otros países.
Por todo lo anterior, hoy que nos enfrascamos en un nuevo proceso buscando la paz total, uno pensaría que juntos podríamos encontrar la armonía y la concordia que tanto buscamos. Por eso, el proceso de paz con las Farc es un faro, no es otro si, es aplicar de un proceso que es ejemplo a nivel global los mejor para solucionar otros de nuestros conflictos
locales.