Recordando al novelista Thomas Mann

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



La literatura alemana de la primera mitad del siglo XX logró recuperar la universalidad de la época de los grandes clásicos, la de Goethe y de Schiller. Entre esos ‘recuperadores’ está, indudablemente, Thomas Mann. Pero hay precursores: Nietzche (1844-1900) marcó poderosamente la literatura alemana de fines del siglo XIX con sus ideas estéticas, sobre todo en ‘El origen de la tragedia’ (1872) y en su novela ‘Así habló Zaratustra’ (1891). Dejemos aparte, por ahora, a Franz Kafka (1883-1924), quien se convirtió en uno de los grandes novelistas contemporáneos con sus obras ‘La metamorfosis’ (1916), ‘El proceso’ (1925) y ‘El castillo’ (1926). Hermann Hesse (1877-1962) también pasa a la lista de espera, aunque son suyas ‘Siddarta’ (1922), ‘El lobo estepario’ (1927) y ‘El juego de abalorios’ (1943), su obra más ambiciosa.

     Retomando a Paul Thomas Mann, nació el 6 de junio de 1875 en Lübeck, Alemania. Novelista, cuentista, crítico social, ensayista, filántropo; todo eso fue Mann, nacionalizado en los Estados Unidos. Su nombre fue vinculado con el movimiento intelectual que buscaba consolidar la armonía entre los pueblos. Se lo considera heredero de Goethe en la expresión del alma alemana, de Heine en la ternura y la belleza y de Kant en la profundidad de sus pensamientos. Aunque su novela más conocida es ‘La montaña mágica’ (1924), el Premio Nobel de Literatura 1929 se le otorgó principalmente por ‘Los Buddenbrook’, obra clásica de la literatura contemporánea, publicada en 1901; fue su primera novela de larga extensión, según dice el propio autor en su autobiografía ‘Relato de mi vida’.  Mann confiesa su actitud, al mismo tiempo cariñosa y destructiva, hacia la tradición como característica de su literatura. En 1894 había publicado ‘La caída’, con éxito rotundo.

     En ‘Los Buddenbrook’, subtitulada ‘Decadencia de una familia’, narra el progresivo declive de una estirpe en el curso del siglo XIX. Contiene elementos autobiográficos del autor. En sus páginas aparece la oposición entre mundo y arte, un tema recurrente en Thomas Mann. Abarca desde 1835 hasta 1876 y refleja el estilo de vida y el modo de pensar y actuar de la burguesía emergente y adinerada en Alemania. En cierto modo, como lo afirma un crítico literario, ‘Los Buddenbrook’ tiene similitud con ‘Cien años de soledad’, por cuanto en ambas novelas las familias protagonistas están destinadas a desaparecer; comparten el mismo fin: la extinción de la especie.

     En relación con ‘La montaña mágica’, el autor pensó escribir una novela corta, pero se le fue alargando a medida que introducía personajes en diferentes situaciones. En efecto, el escritor se entera de la forma como pasan el tiempo su esposa, Katia  - con quien se había casado en 1905 -  y otros pacientes en un sanatorio situado en la montaña. Ese ambiente lo motiva. Al visitarla, se interesa por lo que allí ocurre y escribe esta obra, que tiene que ver con la vida alemana en los años anteriores a la Primera Guerra mundial. Precisamente, esta conflagración interrumpió la escritura de la novela, iniciada en 1913; Mann solo pudo continuarla en 1921; finalmente la publicó en 1924.

     Thomas Mann era homosexual. Entre 1900 y 1903 sostuvo relaciones sentimentales con el pintor y violinista alemán Paul Ehrenberg. Más tarde, durante los primeros años de la década de los 20, el escritor se pronunció públicamente en favor de la homosexualidad y solicitó al gobierno despenalizarla. Para sustentar su petición, destacó la producción artística de escritores y poetas como Paul Verlaine, Walt Whitman, André Gide y otros.

     Thomas Mann es autor de la tetralogía ‘José y sus hermanos’ (1933-1943), ‘Muerte en Venecia’ (1913), ‘Carlota en Weimar’ (1939), ‘Doctor Faustus’ (1947) y ‘Confesiones del aventurero Félix Krull’ (1954). Son pensamientos suyos: “La belleza, como el amor, hace sufrir”. “Pensad como hombre y actuad como hombres pensantes”. “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”. El destacado novelista murió el 12 de agosto de 1955 en Zurich, Suiza.