El Cine Variedades hoy es solo un grato recuerdo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Leo con mucho interés los relatos y crónicas que se escriben sobre nuestra ciudad. Es una forma de recrear la vida de años pasados y de comprobar que en este pueblo algunas cosas han envejecido y muchísimas otras ya no existen. Las calles de la ciudad, por ejemplo, se numeraban de sur a norte; muchas de ellas se conocían por nombres que poco a poco han pasado al olvido. Decirle hoy a un samario joven que el restaurante por el cual pregunta está situado frente a la antigua Gota de leche y que la batería que necesita para su vehículo la consigue en la cuadra de la Caja de agua es dejarlo sin almuerzo y varado, al mismo tiempo. Además, sería una maldad imperdonable.

     ¿Cómo no reconocer ahora que nos relajábamos cuando asistíamos al Cine Variedades —lo llamábamos teatro— para ver las películas que allí se exhibían, una en vespertina y dos en nocturna o noche? En el intermedio de la función nocturna era costumbre salir a comprar unas arepas asadas, deformes, que vendían frente a la puerta y en seguida adquirir el guarapo de panela que nos permitiera ‘bajar’ la compacta masa caliente.

     Que el Variedades nos sirva como pretexto para hablar un poco de Cantinflas, uno de los artistas que más aplaudimos en esa sala. El pasado 20 de abril se cumplió el trigésimo aniversario de su fallecimiento. Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes nació en 1911 y llegó a ocupar lugar de preferencia entre los amantes del cine cómico latinoamericano. En su juventud interpretó pequeños papeles en actos de variedades, pero más tarde descubrió que la incoherencia de sus diálogos causaba risa entre los espectadores y se fue por esa vía hasta lograr el éxito en el cine. Lo situaron entre los tres mejores cómicos del mundo, junto al británico Charles Chaplin y al estadounidense Groucho Marx. La principal característica de Cantinflas era decir muy poco en muchas palabras. Sin embargo, para desahogarse, el actor “utilizaba en sus películas diálogos y situaciones en las que criticaba y hasta ridiculizaba a los poderosos mezquinos. Nunca lanzaba ofensas directas a nadie, pero sí suficientemente explícitas para que todos los culpables se dieran por aludidos”.

     En 1956 ‘La vuelta al mundo en 80 días’ (su primera actuación en inglés) permitió a Cantinflas ganar el Globo de Oro en la categoría de mejor actor en el género musical o de comedia. Por esa misma película David Niven fue distinguido como primer actor en las naciones de habla inglesa mientras que Cantinflas lo fue en el resto de los países

     Regresemos al Variedades, donde además de películas cómicas, dramáticas y de vaqueros nos deleitaban bailarinas famosas de la época: María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Tongolele, Meche Barba, Rosa Carmina y Amalia Aguilar, entre otras. Ellas, con sus contorsiones sensuales hacían suspirar y llevaban hasta el delirio a los cinéfilos de los años cuarenta hasta principios de los sesenta.

     En Santa Marta, ¡qué recuerdos nos dejaron los cines a cielo abierto! Sobre todo, este Variedades con su clientela fiel dispuesta a soportar resignada el vocabulario soez de muchos asistentes, las lluvias de octubre y los desórdenes cada noche para llegar a las taquillas. Cada una de esas salas tiene su propia historia. Llegará el momento para revivir en la memoria cines de grata recordación: Morita, Colonial, Paraíso, Popular, Carioca, Libertador y Pescaíto. Hoy los grandes centros comerciales nos ofrecen espacios modernos para asistir a las grandes superproducciones cinematográficas. En una pantalla podemos escoger nuestro sitio y tener la seguridad de que nadie –o casi nadie— quedará a nuestro lado. Además, Netflix y otras opciones nos meten por los ojos innumerables películas que podemos ver en casa cuando nos plazca.

     El cine ha avanzado con botas de siete y más leguas, pero esas películas bajo las estrellas, que nos daban la posibilidad de insultar al inocente señor que las proyectaba, esas, como las golondrinas de Bécquer, no volverán.