María Kodama y Jorge Luis Borges

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



María Kodama ha fallecido. Se llevó consigo sus ochenta y seis años plenos de cultura y, lo que más interesa al mundo de la literatura, siete décadas de conocimientos e intimidades borgianas. María Kodama Schweizer nació en Buenos Aires el 10 de marzo de 1937. Cuando tenía dieciséis años conoció a Borges en una conferencia que el escritor dictó en Buenos Aires.

Muchos años más tarde, el escritor le confesaría que se enamoró de ella cuando le escuchó una respuesta profundamente filosófica. Él le había dicho: “Para que respondas así tienes que haber leído a Nietzsche”. Ella le confesó que no conocía el pensamiento del escritor y filósofo alemán. Entonces Borges, profundamente impresionado, agregó: “Nietzsche hubiera tenido que escribir todo un libro para exponer lo que tú acabas de decir”. María Kodama, como hemos dicho, tenía dieciséis años. 

En varias entrevistas María Kodama afirma que nunca fue secretaria de Borges, como muchos creen. Desde su primer encuentro se hicieron compañeros de estudios: habían descubierto que los unía el interés por la cultura anglosajona y las lenguas semíticas. Esa pasión los absorbió y ya no hubo manera de separarlos. María se convirtió en su inseparable compañera de viaje y en asesora indispensable en innumerables conferencias internacionales. Más de treinta años después del fallecimiento del escritor argentino una periodista le preguntó: “María, ¿cómo es tu vida sin Borges?”. La respuesta lo dice todo: “¿Qué vida sin Borges?”.

La admiración de María Kodama por Borges no tuvo límites. Llama la atención que en sus entrevistas la escritora siempre destacara el cuento ‘Ruinas circulares’ como la obra que más la impresionó, más valorada por ella que ‘El Aleph’. Muy emocionada explicaba por qué esa narración siempre le pareció extraordinaria. No es posible hablar de María Kodama sin abordar la vida y la obra de Jorge Luis Borges. Era la persona que mejor lo conocía. Decidieron casarse en 1986, dos meses antes de la muerte del escritor argentino. Ella se convirtió en su heredera universal y se comprometió a preservar el valioso legado que su esposo legó a la cultura universal. El Museo Borges estuvo bajo la custodia de María Kodama hasta el momento de su fallecimiento.

La vasta obra literaria de Borges comprende poesía en su primera época: ‘Fervor de Buenos Aires’ (1923), ‘Luna de enfrente’ (1925) y ‘Cuaderno de San Martín’ (1929). El autor abandonó la poesía para dedicarse a escribir ensayos filosóficos y literarios. En este género se destaca ‘Inquisiciones’ (1925). Son famosos sus cuentos, entre los que se destaca la colección ‘Historia universal de la infamia’ (1935).

Por María Kodama conocemos algunas facetas de Borges. Contrario a lo que podríamos imaginar, el escritor manejaba un refinado humor, aunque tachonado de sarcasmo intelectual. Muestra del sentido del humor de Borges es la siguiente anécdota: “En el camino a Lichfield, en Escocia, alguien le dijo a Borges que allí se conservaba una pequeña capilla del siglo IX, desafectada del culto. Hacía mucho frío y había nevado toda la noche, pero Borges se obstinó en que llegaran hasta ella. Borges entró a la vetusta capillita de no más de cinco metros cuadrados y allí, en el helado silencio, recitó en voz alta el Padrenuestro en anglosajón. Y al regresar al coche, explicó: ‘Lo hice para darle una sorpresa a Dios’”.

Otro ejemplo del humor que utilizaba el escritor: “En 1977 Borges escribió un cuento para La Nación. Lo tituló ‘24 de agosto de 1983’. El propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa precisa fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad. Borges entonces comentó: ‘¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?’