En una reciente operación encubierta un agente logró infiltrarse en una de las redes de cazadores y traficantes de aletas de tiburón más influyentes en la región del Pacífico colombiano.
La red, dirigida por un individuo conocido como “Fernando”, hijo de un exlíder del narcotráfico, comercializaba las aletas por hasta 600 mil pesos, mientras que los pescadores recibían una compensación de solo 25 mil pesos por aleta.
Se estima que esta organización criminal sacrificaba al menos mil tiburones al mes, poniendo en peligro las especies de tiburones en la región.
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El ‘modus operandi’ de esta organización implicaba el uso de una empresa de comercialización de pescado para dar apariencia de legalidad a las aletas de tiburón. Las aletas eran trasladadas desde Buenaventura hasta una pesquera reconocida en Roldanillo, Valle del Cauca, propiedad de Fernando Rodríguez Mondragón, hijo del exlíder del cartel del Valle, Gilberto Rodríguez Orejuela.
Fernando fue capturado en octubre pasado e imputado por delitos de tráfico de fauna y aprovechamiento ilícito de recursos naturales. Las autoridades lo señalan como el principal traficante de aletas de tiburón en Colombia. Esta operación encubierta marca un hito en la lucha contra el tráfico de fauna en la región y pone de manifiesto la necesidad de medidas más estrictas para proteger la biodiversidad marina.
