El carbón in situ representa muy poco valor económico. Es su comercialización la que genera prosperidad con variables tales como PIB departamental, PIB per cápita, empleo y divisas por concepto de exportaciones y desarrollo social en las regiones productoras y aquellas de tránsito del mineral, las cuales, como compensación, reciben regalías, palabra que evoca prosperidad, como también emociones encontradas.
El llamado Código Minero o Ley de Amagá, sancionada durante la presidencia de Belisario Betancourt, natural de Amagá, posibilita la explotación del subsuelo a los dueños del suelo, pues la explotación de carbón en Colombia tenía regulaciones que impedían su desarrollo. A partir de entonces el subsuelo con carbón podría ser explotado por quien lo solicitara.
Se abrieron posibilidades económicas en la costa Caribe para ganaderos y agricultores dueños de fincas. Muchas solicitudes de explotación de carbón fueron concedidas (inicialmente en la Jagua de Ibirico, Cesar).
Pero sin experiencia en este negocio, competían entre ellos por banalidades. Casi todos se arruinaron. Sondearon el mundo del carbón y, a conveniencias, decidieron pactar regalías de explotación con compañías carboneras extranjeras.
De esta manera llega a Colombia Mr. Garry Drummond y desarrolló lo que a ojos vista vemos: muelle, ferrocarril, fuentes de empleos etc.
La gran empresa que los colombianos no fuimos capaces de crear ¡La doceava de Colombia!
Mr. Drummond falleció recientemente. Es momento de rendir tributo a quien tanto nos dio y a cambio recibió: 'carbón in situ'.
Sin duda Mr. Garry hará falta. Tenía talentos, de muchos fue un maestro, estimaba a este país...
