Con su temple, buena técnica y amor por la camiseta, el volante argentino supo ganarse el cariño de los aficionados del Unión Magdalena y el respeto de sus compañeros y rivales de cancha.
Por: Pedro Mercado B.
Colaboración: Juan C. Mora
Redacción EL INFORMADOR
Fotos enviado especial: Edgar Fuentes Acosta
A pesar de haber pasado más de cuarenta años desde que vistió la casaca ‘bananera’, los hinchas veteranos del Unión Magdalena aún se emocionan cuando escuchan el nombre de Omar Alfredo Galván, jugador argentino que llegó a mediados de la década de los 70 para mostrar su incomparable táctica, su templanza y amor por los colores.
Hablar de Omar Alfredo Galván, es referirse a uno de los mejores refuerzos extranjeros que han llegado al equipo samario en toda su historia, más allá de que en 1980 haya pasado a vestir los colores del Junior de Barranquilla, para la afición ‘bananera’ sigue siendo un ídolo y un referente de cómo se debe jugar y sentir el fútbol.
El exjugador ya entrado en años y retirado del mundo del fútbol, se encuentra en su país natal, Argentina, donde le abrió las puertas a EL INFORMADOR para contarnos su historia en el Unión, lo que siente por el equipo y como extraña la ciudad y a sus seguidores.
EL INFORMADOR (EI):¿Cómo llega al Unión Magdalena?
Omar Alfredo Galván (OAG): “Los directivos en cabeza de Eduardo Dávila venían a buscar un ‘volante ocho’. Yo jugaba de ‘cinco’, ellos me preguntaron que si me animaba que si jugaba de ocho y dije que sí, me sentía preparado porque lo venía haciendo desde hace tiempo, arreglamos con el presidente de Chacharita y se dieron las cosas, así nació esta historia”.
Para el año 1976, el técnico paraguayo César López Fretes asume la dirección técnica sumando a este volante argentino que llegaba sin mucho protagonismo de Chacarita Juniors, junto a él, llegaron a reforzar al equipo samario los jugadores: Luis Alberto “Oveja” Giribet de independiente y Ramón Toribio Adorno.
En ese año, el argentino disputó 45 partidos y anotó en 5 oportunidades, ganándose la admiración de los hinchas.
Segunda temporada
Ya para la temporada de 1977, Galván no pudo disputar muchos encuentros, pues tuvo una lesión que lo aquejó por mucho tiempo, convirtiendo solo 3 anotaciones.
Su mejor año en el Unión
Tras un regular año 78, el talentoso volante tuvo su mejor campaña en 1979, conformando uno de los mejores y más recordados equipos de la historia.
En aquella temporada, el equipo dirigido por Perfecto Rodríguez, terminó tercero del grupo “A” en una de las mejores presentaciones de los últimos años, clasificándose después de 10 años a las finales del campeonato.
Al final de la competencia, con el empate habría sido Subcampeón y habría ganado el cupo a la
Copa Libertadores ya que Santa Fe lo superaría por mayor número de partidos ganados, pero infortunadamente perdió el partido 2 - 0 mientras Santa Fe ganaba a Junior en Barranquilla por 0-1 para conseguir el subcampeonato. Un tercer puesto que quedó en el recuerdo de los aficionados samarios.
En ese año, ‘el gamín’ como era conocido por muchos, fue uno de los jugadores que más disputó partido, disputando 52 encuentros y anotando 6 tantos.
EI: ¿Cómo vivió esa temporada?
OAG: en 1979 se fue conformando un buen equipo los primeros 6 meses, estábamos una buena camada, los cuatro extranjeros más lo jóvenes y comenzamos a congeniar futbolísticamente, los delanteros hacían goles, la defensa y el medio campo se fue haciendo fuerte y nos comenzaban a tener miedo, no nos faltó nada en el terreno de juego, fuera de ella quizás nos faltó influencia, la fuerza que hace la plata y esa era la que tenía el América.
Su ida a Junior de Barranquilla
Luego de cuatro campañas, donde dejó huella en por su juego, el argentino decide dar un paso al costado y buscar nuevos horizontes en el equipo barranquillero.
EI: ¿Cómo se da su salida del equipo?
OAG: “Con Eduardo Dávila ya había hablado que necesitaba un cambio, lo hablamos mucho tiempo, le dije a Eduardo que me ayudara con la parte económica, y era complicado, entonces le dije que era el último año. Él lo pensó y en ese verano me dijo que tenía que arreglar con Fuad Char porque ya era jugador del Junior”.
EI: ¿Cómo eran los clásicos costeños?
OAG: Desde una semana antes la radio le daba todo el día desde la 5 de la mañana hasta la noche: ‘que te vamos a dar’, lo que dijo el otro, ‘que vamos a darte’, de todo decían. No era grato, yo tenía compañeros en el equipo, pero estando dentro del campo de juego hay que demostrar lo suyo a la afición”.
Su regreso y despedida
Luego de jugar con el Junior de Barranquilla, donde también dejó una buena imágen, Galván retornó al ‘ciclón’ en 1985 disputando 48 encuentros, en aquel año, el equipo samario tuvo una regular campaña y hubo muchas bajas, entre ellos Omar Galván, quien cerraba un ciclo maravilloso en Colombia con el Unión Magdalena.
Ya en su retiro, Omar Galván analiza lo que es el equipo, mientras expresa con nostalgia lo mucho que le hace falta la calidez de los aficionados samarios.
EI: ¿Cómo sacar al equipo de esta difícil situación?
OAG: “La calidad del jugador samario no está en duda, en aquellos años había gente idónea que preparaba jugadores, era una cantera natural porque había muchos lugares para jugar a la pelota, cualquier barrio cualquier cancha, no era una ciudad tan grande pero futbolísticamente era de lo mejor y hay que volver a retomar esas prácticas”.
EI: ¿Qué extraña de Santa Marta?
OAG: “El amor de la afición, les agradezco infinitamente, hace tanto tiempo que no vuelvo pero quiero agradecer la cordialidad de toda su gente, que siempre me trató con cariño.
Ya finalizando, Galván resaltó las condiciones del jugador samario, expresando que su gran compañero fue Eugene Cuadrado, a quien catalogó como una gran persona. Un defensa que siempre admiró fue Radamel García, de quien dijo era uno de los mejores defensas que haya conocido en su carrera.
Mientras que del maestro Alfredo Arango señaló que fue el máximo jugador que pudo tener como compañero en Colombia.
El argentino disputó 249 compromisos con el cuadro samario en cinco temporadas: 1976, 1977, 1978, 1979 y 1985.
