En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo: "Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."
Reflexión: No olvidemos que Cristo siempre nos extiende su mano en aquellos momentos en que parece que no hay una salida, para acogernos en su regazo y saciarnos de sus consuelos.