Ranchería: una larga e inexplicable historia

Editorial
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A mediados del gobierno del presidente Belisario Betancur, 1982-1986, se iniciaron conversaciones con el Gobierno de Italia que había expresado su interés en financiar los estudios de pre-inversión del proyecto Ranchería. Hace la bobada de 35 años que se empezó a hablar de las posibilidades de este proyecto para irrigación y oferta de agua en La Guajira y zonas aledañas. Y hoy con gran sorpresa, es el tema que plantean nuevamente las autoridades de este departamento como una de las grandes soluciones para enfrentar fenómenos como los actuales, sequía y fenómeno del Niño.
Al reconocer la forma como se ha manejado este departamento, hoy con exgobernador preso y con serias acusaciones encima, se comprueba nuevamente cómo el impacto que malas decisiones de la ciudadanía, votar por quien no se debe, terminan afectando seriamente a la población. Sin conocer las razones exactas de este inexplicable rezago en definir un proyecto que aun hoy se considera imprescindible, es evidente que le cabe responsabilidad a muchas instituciones y a muchos mandatarios locales, regionales y nacionales. Deben existir razones para que no se haya hecho, pero lo que injustificable es la falta de definición durante tantos años y tantas administraciones.
Si el proyecto no es viable, no responde a las expectativas, la relación costo/beneficio no lo justifica, es hora de que estuviera fuera de la agenda local y regional y más importante aún, ya debería haberse encontrado alternativas. Lo que sigue siendo una realidad es el problema de agua en La Guajira y en regiones y ciudades cercanas. Pero ni se ha eliminado de las posibilidades porque hoy su Gobernador vuelve a plantearlo como solución ni se ha avanzado a la velocidad requerida para que hoy las obras del río Ranchería aportaran soluciones a la situación actual.
Como a diferencia de lo que se sigue creyendo en la distintas regiones del país, las soluciones no solo dependen del gobierno nacional, cabe aquí la pregunta de siempre: qué ha pasado con los inmensos recursos de regalías que ha recibido por años este departamento y que claramente no se han traducido ni en la infraestructura básica de este departamento ni en las obras que mejorarían la calidad de vida de sus habitantes. La muerte por desnutrición de niños especialmente pertenecientes a comunidades indígenas, es una tragedia que se repite año tras año; la sequía que golpea fuertemente al departamento, los malos indicadores sociales, de los peores del país en mortalidad materna e infantil, el altísimo embarazo adolescente, el analfabetismo, son parte de la historia diaria de esta zona del país.
En conclusión, llegó la hora de una seria reflexión de los dirigentes de este departamento. Sigan eligiendo estos clanes politiqueros para que manejen los problemas del departamento y después no se quejen de que nada se soluciona. Malos gobernantes regionales también tiene un efecto negativo a nivel nacional: no se confía en la capacidad y transparencia en el manejo de recursos públicos lo que lleva al gobierno nacional a ser especialmente cuidadoso sobre la financiación de proyectos de gran envergadura.
Ad portas de una nueva elección de Alcaldes y Gobernadores, es hora de que se empiecen a discutir los criterios para que La Guajira salga de su precaria situación. No es con clanes políticos como se recupera o se desarrolla esta parte del país tan llena de necesidades.