Caso Colmenares y caso Sigifredo López, el dilema de la justicia colombiana

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Halinisky Sanchez Menéses

Halinisky Sanchez Menéses

Columna: Opinión

e-mail: halinisky@hotmail.com



En la historia reciente de nuestro país, no se tenía conocimiento de un desbordado interés mediático por un proceso judicial en realidad no uno, sino dos, me refiero como todos se imaginaran al proceso judicial en contra de los universitarios Laura Moreno, Jessy Quintero y Carlos Cárdenas, involucradas en unos confusos hechos en los que resultó muerto el joven Luis Andrés Colmenares, el otro caso corresponde al exdiputado del departamento del Valle, Sigifredo López.

Sin duda estos dos casos evidencian la importancia del aparato judicial en un sistema democrático, sin justicia no hay derechos, sin justicia no existe ninguna posibilidad de paz, sin justicia todo se va al piso, un país sin justicia es lo más cercano al infierno aquí en la tierra.

Es de tal relevancia el derecho a la justicia, a una justicia funcional y fiable, que la sagradas escrituras nos revelan una verdad tanto indestructible como necesaria: "La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones (Proverbios 14:35)" y también dice: "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre (Isaías 32:17)"

A su vez que la Constitución Política de Colombia, norma rectora de nuestro ordenamiento jurídico, en su artículo 228 determina: "La administración de justicia, es función pública, sus decisiones son independientes…"

Así las cosas la justicia solo es posible, cuando sus administradores pueden tomar sus decisiones con independencia, basados únicamente en libre examen de las pruebas y sin presiones de ningún tipo, el axioma es simple, a más justicia más paz, a menos justicia menos paz.

El problema de fondo es que aparte de su histórica pobreza, su maltrecha independencia y su infravalorada importancia el poder judicial se enfrenta a un enemigo muchísimo más poderoso: Los medios de comunicación.

Las medios han sido catalogados el cuarto poder; y poder porque al lado o delante de los tres clásicos poderes de la democracia liberal los medios tienen la facultad de crear ídolos de barro, construir imaginarios que no corresponden a la realidad y predisponer a una masa de analfabetos audiovisuales, así las cosas nada más peligroso que una caja de resonancia donde el hambre y la exclusión no permiten pensar.

Y la justicia colombiana no es ajena esta envestida mediática, tanto que sus presiones han creado una nueva justicia: La justicia mediática, esta que no se basa en pruebas, en procesos y en la legalidad, sino en los sentimientos y las opiniones de los grandes noticieros, con ella no se presume la inocencia sino la culpabilidad y poco importa la verdad real, lo que se busca es la satisfacción de la horda televisiva.

Hoy por hoy también podemos hablar de falsos positivos en la justicia, el deseo de figurar, de mostrar resultados y mojar pantalla por parte de algunos funcionarios judiciales, está socavando la posibilidad histórica de que la democracia en Colombia tenga legitimidad y que la gente del común confié en que sus operadores de justicia son dignos de conocer y juzgar sus causas.

Una justicia deslegitimada y sin independencia, es el caldo de cultivo para el desbordamiento de inusitadas formas de violencia, que hace imposible la convivencia y tranquilidad ciudadana.

Por un lado tenemos el caso de Luis Andrés Colmenares, donde tres universitarios están detenidos por su muerte y donde los medios de una manera sutil han enrarecido su presunción de inocencia, no nos digamos mentiras, en el imaginario colectivo los medios han construido un deseo de venganza por parte de la ciudadanía y esto implica un desmedro en el legitimo derecho que tienen estos tres jóvenes de defenderse, sin son responsables de tan execrable crimen deben ser sancionados con la máxima pena, pero que su caso se resuelva no con base en chivas de noticieros ni en sentimientos mediáticos, sino en pruebas debidamente allegadas al proceso.

Por otro lado tenemos el caso del Sigifredo López, donde unos medios de comunicación han informado de tal manera que construyen la sensación de inocencia, Sigifredo es mostrado como un víctima, pero otros medios informa de tal manera que producen la sensación de que algo ocurrió y que es un monstruo malvado que "mató a sus compañeros", acaso no será que el fiscal con la bomba mediática que ha creado no sabe qué hacer con López.

Otro tanto podríamos decir del caso de el juez quinto penal de Bogotá que dejó en libertad a un delincuente, o el caso de Alberto Santofimio, o el proceso de la Reina Valery Domínguez, causas judiciales en que las decisiones no se saben si se toman fundadas en la independencia y en pruebas pertinentes o por presión de los medios de comunicación, razón por la cual de de vital importancia que la ciudadanía promueva una iniciativa popular que reglamente el papel de los medios de comunicación en la información sobre procesos judiciales, y que la información que vayan a suministrar sea responsable y objetiva, y sobre todo debemos pensar en una enmienda constitucional que prohíba la injerencia de los medios de comunicación en ciertos procesos, quizá podamos reconstruir la dignidad del poder judicial y su legitimidad tan estropeada en estos últimos días.

Clavos y Canela: Con la aprobación de la reforma a la justicia por parte de los congresistas, queda demostrado que solo cuando Jesucristo venga tendremos gobiernos rectos y transparentes, mientras esperamos hagamos a estos sinvergüenzas un veto moral, para que nunca sean elegidos quienes quisieron tumbarnos la democracia pisoteando nuestra dignidad.