Cumbre Borrascosa

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La expresión meterse el zapato en la boca, podría ser una excelente analogía para describir lo que le sucedió al Presidente Santos en Cartagena en la Cumbre de Las Américas.

Permitió Santos, la inclusión en la agenda de tres temas, que iban a generar división: Cuba, Lucha Antidrogas y las Falkland. De anfitrión, se convirtió en idiota útil del Alba y sus aliados. A Obama, consecuentemente, probablemente la Cumbre le olió a encerrona.

Comienzo por Cuba. Creo que no se le ocurrió a Santos, que la torta puede volteársele. Si uno es coherente, ¿Cuál sería la justificación para tratar distinto a las Farc y a Cuba? Calificamos y exigimos que califiquen a las Farc de terroristas, y además exigimos la liberación de todos los secuestrados, antes de sentarnos siquiera a hablar, pero a Cuba no se le exige nada. Todo un pueblo secuestrado por generaciones, gobernado por terroristas, y Santos aboga porque a Cuba se le tienda alfombra roja.

Dice Santos que el bloqueo ha sido "ineficaz"- ¿bajo qué parámetros, Presidente?- Si con bloqueo y pobreza Cuba hizo todo el daño que hizo, imagínense como habría sido en condiciones diferentes. De hecho el bloqueo es la causa más relevante de los procesos de cambio internos que se están dando en Cuba.

Me imagino al Alba y sus aliados, en un futuro cercano, reclamándole a Santos que le dé el mismo trato a las Farc que a Cuba.

La Lucha Antidroga. Mi posición al respecto es conocida. Añado a lo ya dicho, que Estados Unidos no le va a jalar a una legalización y eso es lo correcto. Los latinoamericanos creemos que el éxito lo define la eliminación del problema. Esta es sola una de las posibilidades de éxito; la segunda, que es la que se está dando, es mantener controlado y focalizado el problema.

En realidad, la primera posibilidad de éxito depende de la capacidad de los países latinoamericanos de lograr una soberanía plena sobre su territorio y de la solidez de sus instituciones, no de un cambio de estrategias, incluyendo la legalización, en la lucha antidrogas.

Por último, pretender que los Estados Unidos se le voltee a Gran Bretaña, es una locura mayor. No entiendo cómo algunos presidentes latinoamericanos pudieron haberlo siquiera considerado. La alianza económica, militar y estratégica entre los Estados Unidos y Gran Bretaña es vital para la protección de los intereses de ambos países alrededor del mundo, y los Estados Unidos no la va a poner en peligro.

Los Estados Unidos tiene preocupaciones geopolíticas globales que hacen irrelevante a Las Malvinas o Falkland, por mucho petróleo que puedan tener. Y ni que decir acerca de la relación histórica muy cercana entre los Estados Unidos y Gran Bretaña. Pedirle a los Estados Unidos que apoye a Argentina, equivale a pedirle que cometa un matricidio.

Santos tuvo el buen criterio de no plantearla en la apertura de la Cumbre. Yo creo que cuando alguno de los países de América Latina, o todos conjuntamente, tenga intereses estratégicos globales, y acceso a la inteligencia militar, económica y financiera que tienen los Estados Unidos, entonces estaremos en capacidad de hacer propuestas informadas sobre distintos temas.

La falta de información no nos permite ver el bosque, y nos mantiene obsesionados por nuestro árbol. Esto nos sucede en el caso de Cuba, en el de la Lucha Antidrogas y en de las Falkland. Y es esta falta de inteligencia la que nos lleva a comportarnos como países subdesarrollados: mi problema es el más importante de todos.

Estados Unidos tiene que sopesar múltiples problemas en todas partes del mundo, y tiene que preocuparse por mantener la ecuación balanceada. También hay prioridades, determinadas por diversos criterios, y en estos momentos los tres temas mencionados, no son la primera prioridad.

En América Latina muchas veces nos parecemos al aseador importuno, que se mete a darle consejos al presidente de una gran multinacional de cómo manejar la compañía, porque a él se le acabó el jabón, y está convencidísimo de que si él no limpia la oficina del jefe bien, la compañía se va al carajo.

Idealismo que nos lleva a pensar con el deseo. Vamos en camino, pero todavía no somos. Sólo hasta entonces. Dura realidad.