Suceden tantas y tan terribles cosas en Colombia que muchas noticias pasan casi desapercibidas, quizá porque la prensa no alcanza a registrar esa cantidad de hechos, pero también quizá porque son notas que no revisten el calificativo de "chiva" o de suceso inmediato, o lo peor: porque no nos importan. Me temo que la poca difusión de la dolorosa realidad que comentaré se debe a las dos últimas causas.
Los datos son más amargos aún: la mayoría, 741, tenía menos de cinco años, en su gran parte bebés entre cero y un año. De 6 a 11 años de edad fueron abandonados 330 niños, y entre 12 a 17 años 427. Hay 88 menores de quienes no se tiene información de edad precisa. Y lo peor: según Molano dichas estadísticas se han mantenido constantes en los últimos tres años.
El Director dijo que pese a que el Icbf denuncia los casos ante la Fiscalía las investigaciones no avanzan y "no se hacen esfuerzos sistemáticos para penalizar esta situación" (www.rcnradio.com). Según estudios las causas de los abandonos son los embarazos no deseados, pobreza, rechazo de la familia al recién nacido, drogadicción y violencia intrafamiliar.
"Los dejan en un potrero, en la puerta de una iglesia, en la calle o en un hospital. O le dicen a una vecina que cuide al niño y nunca vuelven", expresó Ximena Norato Palomeque, directora de la Agencia Pandi (Eltiempo.com). En el caso de los recién nacidos tal situación también obedece a que muchos padres prefieren abandonarlos en lugar de darlos en adopción porque ignoran las herramientas legales.
Ante esto, ¿cómo no recordar nuestros cuentos infantiles Pulgarcito y Hansel y Gretel, que pese a sus finales felices, nos aterraban? Resumiendo la versión de Perrault, Pulgarcito era el menor de siete hijos de una pareja de leñadores tan pobres que no podían alimentarlos, y que debido a ello decidieron abandonarlos en el bosque.
Pero la madre se arrepintió y entregó piedritas blancas a Pulgarcito para que pudieran encontrar el camino a casa.
Los niños retornaron y los padres volvieron a abandonar a sus hijos en el bosque. En esa ocasión la madre no tuvo tiempo de recoger piedras y le dio migas de pan a Pulgarcito. En el camino el niño repitió su estrategia con las migas de pan pero los pájaros se las comieron, así que los niños se perdieron en el bosque. A Hansel y Gretel les sucedió exactamente lo mismo en su cuento, según la versión de los hermanos Grimm.
Pues en Colombia cada día del año -por ejemplo hoy, quizá en este momento- cuatro pulgarcitos tampoco encuentran el camino de regreso a casa. Y se trata de cuentos reales cuyos finales no conocemos con exactitud, pero sí sabemos de muchos desenlaces tristes y trágicos cuando leemos las noticias: niños muertos por hambre o frío, asesinados, inducidos a la prostitución infantil o a la delincuencia incluyendo guerrillas, paramilitares y bandas, o convertidos en habitantes de la calle en condiciones penosas, muchos dedicados a las drogas chatarra.
¡Ay Colombia, cómo dueles!, abandonas a tus niños "en un potrero, en la puerta de una iglesia, en la calle o en un hospital, o le dices a una vecina que los cuide y nunca vuelves"; los abandonas y no les das piedritas para que retornen, y ni siquiera migas de pan que aunque no sirvan para desandar el camino de regreso a casa al menos les mitigarían el hambre de una noche. Y el llanto y las lágrimas derramadas no hacen caminos.