Para los colombianos, el cultivo de banano y plátano se erige no solo como un pilar económico, sino también como un emblema de identidad y resiliencia. Es un hecho notorio que no son originarios de América y por lo tanto fueron traídos por los españoles en su cubrimiento al continente. Nuestro Gabo nos narra la masacre en las bananeras y las crónicas nos cuentan que entraron por el Magdalena y luego se expandieron hacia la zona de Urabá.
Ahora bien, un medio de comunicación capitalino, invita recordar que la producción promedio del sector, por año, es de 4 millones 805 mil toneladas; y que esta industria genera alrededor de 960 mil empleos directos e indirectos. Colombia exporta alrededor de 114 mil toneladas anuales de banano y plátano.
Por otra parte, Manuel de Jesús Rivas Palacios, destacado miembro de la Junta Nacional de Sintrainagro y otros comités sindicales y políticos, falleció debido a complicaciones por Covid-19. Su carrera sindical comenzó en 1997 y progresó hasta obtener roles de liderazgo importantes. Era conocido por su integridad y compromiso con las causas sociales y sindicales, dejando un legado de labor diligente y vida modesta.
De hecho, con la aprobación de la Ley 2321 de 2023, el Estado colombiano declara al trabajador bananero, al campesino platanero, a la producción bananera y platanera, a la cultura gastronómica asociada al plátano y al banano como patrimonio cultural, inmaterial, alimenticio y nutricional de la nación. Y, se compromete a salvaguardar y potenciar estos sectores, que son fuente de orgullo y sustento para más de doscientas mil familias.
Además, la Ley es un merecido homenaje a la dignidad del trabajo rural. Cada estímulo dispuesto por el gobierno es un reconocimiento a las manos que labran la tierra y enriquecen nuestra mesa. Y al declarar la cultura culinaria del banano y del plátano como patrimonio cultural inmaterial, se reafirma la importancia de estos alimentos en la historia y la vida cotidiana de los colombianos.
Adicionalmente, la inclusión del banano y el plátano en los programas de alimentación nacional no solo promueve la nutrición saludable sino también la soberanía alimentaria, reconociendo estos productos como esenciales en la dieta de los colombianos. En esencia, la Ley es un compendio de medidas que buscan no solo preservar sino también promover la industria, otorgando herramientas y recursos para su desarrollo y modernización.
Igualmente, en esta Ley es fundamental señalar el enfoque de género en las políticas del sector bananero y platanero, buscando equidad y reconociendo la incansable labor de la mujer en este ámbito. Por otro lado, el énfasis en la memoria histórica refuerza la identidad de los trabajadores, recordando los sucesos pasados para construir un futuro más justo. Por eso, el Estado se compromete a facilitar la recuperación de la memoria histórica relacionada con la masacre de las bananeras de 1928 en Ciénaga, Magdalena, lo que considero un esfuerzo crucial para entender y procesar este trágico evento.
Otro hecho muy importante a destacar es el establecimiento del 5 de diciembre como el día para honrar las luchas históricas de los trabajadores bananeros. Esto refleja un compromiso de memoria y respeto. La ley no solo promueve la producción y el progreso económico, sino que también busca la reconstrucción de una historia de lucha y superación.
Así las cosas, la Ley 2321 de 2023, es un acto de justicia histórica y un merecido homenaje a la innumerable legión de trabajadores que, con su tesón y esfuerzo diario, sostienen uno de los pilares fundamentales de nuestra economía. En mi opinión, es un símbolo de gratitud y reconocimiento al trabajador bananero y al campesino platanero, figuras emblemáticas que han contribuido al tejido social y económico de Colombia. Esto apoya la economía local y a los pequeños agricultores, beneficiando a la comunidad y honrando la memoria de líderes sindicales como Manuel de Jesús Rivas Palacios, contribuyendo así al progreso sostenible del sector bananero y platanero en Colombia.