Bonifacio: el chinito alcalde

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Todas las apuestas estaban en contra suya. Así fue, porque en Uribia y el resto de la Alta Guajira nadie da un chivo flaco por la elección de un wayuu como alcalde municipal.

Los caciques y gamonales que llegan, siempre los traen de afuera y se los imponen casi que a la fuerza a los nativos. Por aquí es poco probable que “cada gallo cante en su gallinero”. Sin embargo, Bonifacio Hernández Palmar, el “Chinito”, de la casta epiayu, lo logró sólo en las pasadas elecciones y lo hizo movilizando a otros “chinitos”.  

Se alzó con más de 24 mil sufragios, 3 mil más por encima de su adversario, salidos de las entrañas de las comunidades indígenas de la cabecera, corregimientos, veredas y rancherías de Uribia, hartas de tanta manipulación y  desprecio por parte de políticos corruptos que buscan apoderarse de los bienes públicos y las riquezas naturales de este territorio, aprovechándose de la generosidad y de la ignorancia de su gente que, como él mismo lo resume en una hermosa frase que le sale del alma: “Hoy represento el dolor de un pueblo que pide a gritos su independencia política”.

Con apenas 33 años, una carrera de administración de empresas por terminar y una larga trayectoria sirviéndoles todo el tiempo de fiel intérprete a quienes, por decisión de quien fungía como su jefe político, la señora Cielo Redondo, llegaron primero al solio del gobierno municipal; ya tiene la credencial en el bolsillo emitida y firmada por la Comisión Escrutadora, que lo acredita como alcalde de una las ciudades más importantes del departamento de La Guajira, por si todavía hay quienes dudan de su impecable triunfo.

Hay quienes dicen que cualquier cosa podía pasar en Uribia menos que “el Chinito Bonifacio llegase a la alcaldía”. De hecho en La Guajira pasan cosas muy extrañas de las cuales da cuenta la prensa local y nacional; como lo es que en pleno Siglo XXI exhiba con el Chocó los más bajos índices de pobreza e indigencia, mortalidad infantil y desnutrición, desempleo, cobertura de agua potable y alcantarillado de Colombia sin que existan políticas estatales con las que enfrentar la oprobiosa corrupción que impide que las acciones públicas lleguen a quienes deben llegar. La Guajira, no es un secreto, es víctima de este flagelo.

Durante los meses que dedicó a su promoción como el futuro alcalde de esta población, se concentró en hablar en su lengua materna con sus hermanos, explicándoles a cada uno cómo es eso de “luchar por la transformación de Uribia, brindándoles oportunidades a los jóvenes profesionales, para que sean ellos, los uribieros, quienes lideren dicha transformación, actuando bajo sus principales necesidades”, agua, educación, salud, seguridad y cultura hasta convencerlos de la necesidad de derrotar la indiferencia y el desprecio de política tradicional hacía ellos y establecerse como gobierno indígena.

Darles a los jóvenes las oportunidades que él no tuvo. Recuerda que le posponían su aspiración diciéndole: “todavía no es tu turno, aún no te ha llegado el momento, Bonifacio” y ver cómo personas menores, sin preparación y sin carácter llegaban y se convertían en títeres de sus mentores, diciendo y haciendo lo que sin escrúpulos ellos les ordenaban. El Chinito Bonifacio quer ía ser alcalde, era el sueño de su vida, lo trabajó, estudió y se formó como líder de su comunidad, se destacó, se liberó de quienes lo mantenían atado a un yugo, maduró como persona, creció y se demostró a sí mismo que era capaz y que nada ni nadie lo detendría. Hoy es alcalde de Uribia.