Ejercicio de la magistratura moral

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Este proceso implica actuar basado en normas y conceptos de pertenencia con la adecuada utilización de mecanismos persuasivos que propicien armonía al dialogo. Se afirma con respecto a los aspectos morales que los conceptos definen el comportamiento y aunque son más las diferencias que las coincidencias, los seres humanos estamos capacitados para construir líneas de acción que fortalezcan las opciones y alternativas de cambio, pretendiendo llegar a una sana convivencia o vivir con los menos conflictos posibles. Es menester hacer una exposición lógica y articulada de todo problema, solo así podremos llegar a la búsqueda de posibles soluciones y por ende al enriquecimiento del saber, gracias a un análisis situacional.


Lo que realmente no se justifica en la interacción de las personas es llegar a manifestaciones explosivas que tienden a la intolerancia; aquí es recomendable un intercambio de reconocimiento, reflexión y perdón, para que proceda un acertado diagnóstico del problema. Pareciese ser que los debates acalorados y llenos de violencia retórica,  solo se viesen en adolescentes y adultos incultos; pero no es así, estos acontecimientos se dan aun en la misma academia; es una decisión incorrecta para la fortaleza de las instituciones públicas y privadas. Se debe actuar con base en principios éticos y morales que sustenten de manera apropiada la madurez y el buen decoro de las personas sensatas. Esto genera un filtro necesario que puede prestarse para incentivar la participación hacia el buen dialogo. En el campo público, de igual manera es recomendable la atención amable, cordial a las personas que solicitan cualquier información. Sería útil una reglamentación garantista que opere como salvavidas en los diálogos interactivos.

Es necesario actuar siempre con base en normas que por lógica se deban respetar, proteger y cumplir. Como ejemplo ilustrativo, tomamos el caso de la protesta social que hemos visto en varios lugares del país recientemente; la cual en vez de ser atacada y señalada, más bien debe ser valorada por los demás ciudadanos, en especial el Ministerio Publico, brindando así mayor volumen de articulación, para que los reclamantes se sientan dignificados como seres humanos; tengamos en cuenta que nadie protesta solo por el hecho de protestar. La sociedad colombiana necesita con urgencia una estrategia de interpretación para sustentar con necesidad perentoria la incomprensión social; queremos que el Estado cambie, ¿pero qué hacemos nosotros para que esto suceda? Más bien, actuamos por un panorama atractivo, interesado, como un cálculo perverso que ven más los beneficios individuales que el apoyo del colectivo. Si apelamos al sentido común, el pacto social de la constitución, llegaremos a un feliz término. Esta es una crisis que sacude los cimientos de la sociedad colombiana; tomar las riendas democráticas y el imperio de la Ley por los de abajo no es imposible. Hoy por hoy el país está permeado por los estragos de la corrupción, por el degradante flagelo del narcotráfico y otras secuencias perversas que mantienen aniquilada a la Nación.

El libre flujo de ideas con intensiones altruistas por el bien general, deben convertirse en herramientas de presión y fiscalización para que los ciudadanos de bien, tarde o temprano cristalicen un cambio genuino positivo. Necesitamos una propuesta que resuelva el concepto de participación masiva, tras la búsqueda del cambio; esto debe ser un espíritu renovado de los tiempos; llegó la hora de pasar la página del conflicto y avanzar en el diseño e implementación de decisiones que silencien cualquier duda; unidos somos más, si podemos. Reconociendo y entendiendo que somos objetos de derechos y deberes, creceremos, saliendo a mejores escenarios que indudablemente establezcan un mejor vivir a quienes ejerzamos esa magistratura moral.