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La región: entre discursos y las posturas del Gobierno

Columnas de Opinión
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“Existe otra Colombia de provincia que reclama verdadera autonomía y no acepta el manido rótulo mediático que ya es difícil porque hay corrupción en sus administraciones”.
Recuerdo que desde los años 90 se ha querido promover toda clase de foros, debates, uniones y discursos en torno a las regiones y su forma de desarrollo territorial, a fin de satisfacer las necesidades básicas insatisfechas en cada departamento.


Lo más reciente en cuanto a integración regional fue la llamada “Región Caribe” propuesta por el hoy gobernador del Atlántico, doctor Eduardo Verano De La Rosa, dentro de la cual se buscaba una identidad de conceptos que al final a muchos departamentos entre ellos La Guajira, no le favoreció por el inolvidable Acto Legislativo 05 de 2011 -Ley de Regalías- que en su momento él, entre otros, como gobernador no ofreció oposición a dicha reforma.
Muchos guajiros con cierto entusiasmo y otros más escépticos apoyamos tal iniciativa siempre y cuando encontráramos de manera horizontal la misma franqueza gubernamental desde Bogotá, pero tal decisión no favoreció los intereses peninsulares para remediar las dificultades que hoy atravesamos.
El filósofo alemán, Georg Hegel, planteaba que para resolver un problema hay que construir una ideología, es decir, las circunstancias deben dar origen a debates críticos y sanos sobre lo sustancial y trascendental. Como manifestaba el líder conservador Álvaro Gómez, ponernos de acuerdo sobre lo fundamental.
Hoy ningún dirigente o líder nacional desde el congreso o al seno del mismo Gobierno plantea si es viable seguir en este centralismo o si por el contrario, es necesario poner en funcionamiento una nueva forma de ordenamiento territorial que potencie las expresiones locales, y reconozca que Colombia es un país diverso y bastante distinto, cargado de diferencias y con un sinnúmero de necesidades que es imposible resolver desde la fría Bogotá. Existe otra Colombia de provincia que reclama verdadera autonomía y no acepta el manido rótulo mediático que ya es difícil porque hay corrupción en sus administraciones, que por cierto no se desconocen, pero olvidamos de contera que ese cáncer también socava las estructuras públicas nacionales, basta recordar diariamente los grandes casos en medios de comunicación. Ya corresponde en cada asunto a la justicia y organismos de control ejercer sus funciones.
La autonomía de los entes territoriales es inherente a la democracia y ella es la expresión más pura de tolerancia política. Si estamos en medio de una negociación con la guerrilla de las Farc y parafraseando las palabras del presidente Santos “las regiones serán importantes”; pienso que si continuamos bajo el mismo esquema jurídico de administración de recursos, ella no será posible de cumplir con la misión que se encomiende.
La historia constitucional colombiana enseña que nos hemos pasado nuestra vida republicana tratando de solucionar las afugias regionales y no ha sido posible. Ahí es donde deben los estudiosos del Estado colombiano plantear la necesidad de intentar otros caminos.
Y ello no se soluciona legislándolo todo, convirtiéndonos en un Estado enfermo como diría Platón “Toman más y más medicamentos, pero no son capaces de renunciar al tipo de vida que está en el origen de su enfermedad. Legislando sobre minucias no se consigue un mejor Estado pues es como intentar cortar las cabezas de la hidra”