De camino a casa
La luna me mira con desconfianza
Porque sabe que mi mente no descansa
Y es en la noche cuando más trabaja.
Cierro la ventana,
Cierro las persianas
Y aun así sigue mirando
Por una hendija mi alma.
Una revolución de letras,
Frases y recetas
Da una y mil vueltas en mi cabeza.
Mi cuerpo está en la cama
Pero mi imaginación, quien sabe dónde anda,
Estrenando las alas
Que la poesía le ha obsequiado esta vez.
Casi a las seis comienza a rondar a mi olfato
El aroma a café,
Lo entretengo con jabón y champú,
Mientras se hacen las ocho
Y le retiran el seguro a las puertas de cristal.
Es entonces cuando se unen cielo y mar
Y empieza a navegar el barco de papel en el mar de café
Que no deja envejecer el sueño
Y aquello que era pequeño
Ahora empieza a crecer.
Termina mi primera taza de café
Empiezo a conversar con el señor José,
Que es otra de las cosas que le agradezco a Dios y a la vida.
El señor José es un amigo que encontré
En el oasis de la dieciséis con quinta.
Cuando converso con él
Recuerdo a Papá y de cierta forma
Siento que de uno en uno
Voy descontando los cafés
Que nos quedaron pendientes.
Se marcha el señor José
Y el aroma a café se apodera de mi olfato y mi mente.
Pido la segunda taza
Y es cuando el barco se afianza
Y navega entre recuerdos y sueños.
Se interna alma adentro
Y al acariciar mi sensibilidad
Me hace estremecer.
Cuando está a punto de escapar
Un suspiro por el conducto lagrimal,
Recuerdo que DIOS me dijo,
Que me había regalado este DON
No para llorar de tristeza,
Sino para llorar de felicidad.