No ha valido ni prensa ni fallos judiciales y muchos menos desacatos. Se han cumplido los períodos sin siquiera ejercerlos. Es la triste, penosa, exabrupta y esquizofrénica realidad de un médico que un día quiso probar la tan renombrada meritocracia, pero terminó comprobando que hasta la misma meritocracia es víctima de la burocracia.
Nadie y ni siquiera la Divina Providencia, ha podido convencer a los gobernantes para que lo nombren, a pesar de que se ha ganado los concursos de meritocracia que ha habido y no ha habido.
Primero fue el concurso que proveía de gerente al Hospital San Rafael de Fundación. Allí sacó la mayor puntuación, sin embargo, no ocupó el cargo porque el Gobernador de entonces no lo escogió de entre la terna de elegibles.
En el año 2008, el Departamento abrió concursos para proveer cargos de gerentes a los hospitales departamentales. Jairo Romo también participó e igualmente ocupó el primer puesto. En esa oportunidad aspiró para ser gerente del Hospital Universitario Julio Méndez Barreneche, hoy Hospital Universitario Fernando Troconis, cargo en el que tampoco se pudo posesionar, porque al gobernante de turno también no le dio la gana de nombrarlo.
Por último, el 6 de marzo de 2012, la Junta Directiva de la Empresa Social del Estado Próspero Reverend, invitó a conformar la terna de elegibles del cargo de gerente de esa entidad. Concurso en el cual también ocupó el primer puesto el médico Jairo Romo Ortiz, lo que quedó consolidado el 21 de abril de ese mismo año, cuando se hicieron las respectivas publicaciones.
Desde esa vez y hasta la fecha, tampoco los dos gobernantes que ha tenido la ciudad, lo han querido posesionar, a pesar de los fallos y desacatos de los jueces.
¿Qué ocurre, qué es lo que ha obligado a los últimos gobernantes a enfrentar e incluso a atreverse a probar el castigo de la justicia para quien no acata las decisiones judiciales? No hay que ser brujo para saberlo.
Por: Álvaro Cotes Córdoba
