El miedo que se sembró en Santa Marta durante casi 20 años por la presencia de los grupos armados como los "chamizos" y AUC, a los que había que pedirles hasta permisos para hacer una simple marcha pacífica por el aumento salarial, sigue en las mentes de los que vivieron esa terrorífica experiencia. Y más en la fuerza viva de nuestra sociedad como es el comercio.
Aunque la Policía, Ejército y el Alcalde han estado liderando la aparente sencilla tarea de tranquilizar a los ciudadanos y sobre todo a los comerciantes y transportadores, este último gremio también muy afectado por los casi 20 años de terror, la actividad aquí en Santa Marta resulta bastante difícil por cuanto fueron más de la mitad de sus habitantes los que sufrieron, directa e indirectamente, por la existencia de ese mal que aún tiene su huella en las mentes de los samarios y residentes.
Pese a que fueron sacados a las calles todos los policías de la ciudad y un gran número de miembros del Ejército, con el simple objetivo de brindarles garantías de seguridad a los ciudadanos, para que "destierren" de una vez por todas de sus mentes el pánico, esa secuela parece nunca desaparecer de allí ni si la generación que vivió la casi dos décadas de terror muera, porque pareciera que ese miedo se transmite a la siguiente generación por los genes, pues desde anoche he visto y escuchado a personas que nacieron después de la casi dos décadas de terror, mostrándose atemorizadas por el rumor del supuesto paro armado en la urbe.
Paro que se generó en otras regiones por unas circunstancias que gracias a Dios y a las autoridades locales de hoy en día ni siquiera existen en Santa Marta o ¿usted cree que sí?
Propongo señalizar o acusar a aquellos que, por ese miedo impuesto por los paracos en el reciente pasado, no han salido a trabajar, a abrir sus negocios o a manejar sus vehículos de servicio al público y decirles: ¡COBARDES!