El templo, la Cascada y la Piedra de Donama se juntan con la fresca brisa que baja de la Sierra Nevada que corre por las angostas calles que la hacen un corregimiento ecoturístico muy exótico.
Un lugar especial en Santa Marta es Bonda, una pequeña aldea de origen indígena situada en inmediaciones del río Manzanares, cuyas aguas sirven de recreo a los visitantes, que además se pueden recrear en la cascada de Bonda y en la Piedra de Donama, sitios de gran interés para los samarios y los turistas en general.
Con sus recién cumplido 483 años de fundación, el pasado 26 de julio, Bonda pertenece a la Localidad 1, denominada Cultural Tayrona-San Pedro Alejandrino y es hoy corregimiento agrícola y ecoturistico del distrito de Santa Marta.
Sus angostas calles están llenas de historia e hidalguía para los bonderos, corregimiento ubicado al nororiente de Santa Marta y que posee alrededor de 34.533 hectáreas en su zona geográfica, y un gran valor histórico ha sufrido el olvido de los samarios, de los historiadores y del mismo gobierno nacional.
Bonda posee atractivos históricos y turísticos como la Cascada de Bonda, alimentada por el rio del mismo nombre, que con sus frías aguas brinda frescura y bienestar a lo bonderos y samarios; la histórica Piedra de Donama, con sus maravillosos jeroglíficos y la Iglesia de Santa Ana, que a simple vista es muy sencilla, pero hay que conocer todo lo que encierra para poder valorar la inmensidad que posee, una de las más antiguas en Latinoamérica.
Con la llegada de los españoles a tierra firme, quienes desembarcaron en las bahías de Gaira, existían en esa época cinco asentamientos indígenas: Gaira, Taganga, Mamatoco, Minca y Bonda, cada uno con una actividad económica diferente. Bonda era el asentamiento más alejado y el más guerrero, cuando ya tenían dominados a los demás pueblos, los españoles decidieron subir a la Sierra por el río Minca a buscar oro y animales exóticos, luego al bajar, lo hicieron por el que hoy en día conocemos como Manzanares y se encontraron con una arremetida por parte de los bondiguas. De allí bajaron a su sector colonizado y le encargaron a la India Catalina, que pertenecía a los gairas, para que los ayudaran a someter a este grupo; el día que por fin lo hicieron, decidieron celebrar la victoria justo en el lugar donde los bondiguas hacían sus pagamentos a sus dioses, y empezaron a construir una capilla donde los monjes capuchinos pudieran evangelizar a los nativos por allá en el año 1527 terminando en 1534.
Los bonderos, los de arraigo y los de siempre, se sienten orgullosos de sus raíces y cuentan la historia de Bonda con mucho orgullo y honor, esperando que Bonda sea reconocida en el ámbito nacional, porque se sienten condenados al olvido por las autoridades del distrito y el gobierno nacional. Sin embargo, no cejan en su empeño; los habitantes de este hermoso corregimiento aman su historia, sus tradiciones y tarde o temprano lograran su principal objetivo, nombrar la Capilla de Santa Ana, como Monumento Nacional.
