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Las ocurrencias de los japoneses

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Escribir este comentario no es nada extraordinario, puesto que el tema no es de suma importancia, pero decidí hacerlo por parecerme algo curioso, dado que son cosas aparentemente insólitas, que de  alguna manera no deja de llamar la atención de aquellos que les gustan las curiosidades.

Por: Mario Durán Gallardo

Hablar de los japoneses es hablar de tecnología, de emprendimiento, de desarrollo.

De hecho, después de la bomba en Hiroshima, en la segunda guerra mundial, Japón quedó con una economía deplorable y todo el abatimiento de la derrota. A eso se le agrega la falta de tierra apta para el cultivo y la ganadería. No obstante, no se quedaron con los brazos cruzados, mirando al cielo y llorando su desgracia. Tuvieron la capacidad necesaria para buscar una solución. Fue entonces cuando enviaron personal a Suiza, Alemania, Estados Unidos, entre otros, como obreros en las fábricas, con el fin de aprender y llevar sus conocimientos a su país. De esa manera desarrollaron la industria del reloj, la cámara fotográfica, la fábrica de automóviles, entre muchas otras. Así Japón salió rápidamente de la quiebra, siendo hoy en día una potencia en lo que a tecnología se refiere.

Investigando un poco, me acabo de encontrar con una ocurrencia por demás extraña de estos chaparritos “ojirrasgados” mongoloides.

La demencia es una enfermedad en la cual el cerebro va perdiendo progresivamente su capacidad cognitiva. Es producida por el alzhéimer y otras patologías neurológicas.

Una persona demente tiene problemas para concentrase y para recordar. Pues bien, los japoneses han encontrado que hacer con ellos, de tal manera que sean útiles, mientras la enfermedad se los permita. Obviamente estos enfermos se sienten mejor, sabiendo que no los tienen marginados por su condición, y su enfermedad retarda su progreso, con la actividad.

En otras palabras, los nipones les están dando empleo a estas personas. Para tal efecto crearon unos restaurantes donde los enfermos son los meseros. Naturalmente que a los clientes se les explica cómo es la dinámica del asunto.

Los clientes llegan, miran la carta y piden lo que les agrada, ateniéndose a las consecuencias. Es decir, si el cliente pide sushi y el mesero por sus deficiencias cognitivas le trae pollo, tiene que aceptar lo que el servidor le trajo.

Lo mismo ocurre con la cuenta. Si el mesero le cobra más del valor del pedido, el cliente tiene que pagarlo. Y al contrario; si el empleado le trae una factura menor del valor de lo cosumido, el restaurante tiene que aceptarlo.

Este raro invento ya se está aplicando en todo el Reino Unido.

Algo curioso, ¿no les parece?


Escrito por:
Mario Durán Gallardo
Autor: Mario Durán GallardoWebsite: http://mariodurangallardo.blogspot.ca/
Bloguero de EL INFORMADOR. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.



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