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Desabastecimiento de agua e inundaciones: las dos caras del cambio en Santa Marta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


La crisis de los servicios de acueducto y alcantarillado en Santa Marta, ha llegado a niveles de deficiencia ante los cuales resulta impensable la posibilidad de gestionar un desarrollo sostenible para la ciudad. No en vano, la importancia de estos servicios fue reconocida por Naciones Unidas, como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles: “ODS 6: Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos en América Latina y el Caribe”. La crisis de estos sistemas fue advertida hace aproximadamente 30 años, sin embargo, desde entonces no ha sido gestionada una solución definitiva, por lo que la gestión pública de estos, ha quedado reducida a un manejo de contingencias que para lo único que ha servido, es para justificar contrataciones de dudosos beneficios para la ciudad, pero clara-mente provechosas para aliados del gobierno. Desabastecimiento de agua e inundaciones, han sido las dos caras que los samarios han conocido del tan cacaraqueado cambio prometido.

En lugar de tomar acciones oportunas, la pobre gestión pública de los gobiernos distritales, ha contribuido en la profundización de la crisis. En materia de acueducto, la ciudad pasó de sufrir disminución de caudal durante periodos secos a padecer desabastecimiento durante periodos de lluvias. En cuanto a los sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial, además de mantener bajos niveles de cobertura, la deficiencia de estos no se compadece de las inversiones realizadas en canales y box coulverts. Inexplicable, que en lugar de mejorar, se evidencie el aumento de la vulnerabilidad de la ciudad frente a inundaciones y rebosamientos.  

Durante los últimos gobiernos, la solución de la crisis de estos servicios se convirtió en el cuento del “gallo capón”. Sin concretar solución alguna, han sido anunciados proyectos como: traer agua desde el Río Guachaca (2014); captación tratamiento y conducción de agua del río Magdalena (2015); construcción de acueducto con captación de agua de ríos Toribio y Córdoba y una Planta de Tratamiento de agua potable (2018); Planta desalinizadora de agua (2019); y ampliación de la planta de tratamiento de El Curval (2022). Mientras miles de millones pesos son invertidos en contratos de diseños, sin sonrojarse desde el 2014, los gobiernos de turno han declarado calamidad pública tras calamidad, por desabastecimiento de agua.

Es oportuno advertir que los estudios y diseños hasta ahora adelantados, han sido contratados en ausencia del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, documento técnico sobre el cual debería enmarcarse la planificación de estos servicios en la ciudad. Vale la pena preguntar a la Alcaldesa Distrital y a los concejales, qué ha pasado con la entrega de dicho Plan Maestro, el cual fue entre otros componentes, uno de los grandes faltantes del POT aprobado en 2020.

Contrario a soluciones, lo que la ciudad ha logrado de sus gobernantes, es la manipulación de sus expectativas con fines electorales. La crisis del agua, ha conseguido lo que ningún clan en la historia de la ciudad logró: hacer elegir a tres alcaldes de una misma filiación política durante tres periodos consecutivos, y esto, sin cumplir sus promesas de soluciones definitivas

Es inequívoca la responsabilidad de los gobernantes en el fracaso de la solución definitiva de estas crisis. Pero, esta recae también en los concejales, quienes con su mediocre control político han permitido que las administraciones de turno se burlen de los samarios. No obstante, las responsabilidades de la gestión pública, la sociedad civil también debe hacer un mea culpa frente a este descalabro histórico. Líderes gremiales, sociales, profesionales, académicos y medios de comunicación, han preferido pactar con su silencio, y en cierta forma su complicidad, la prolongación de estas crisis en la ciudad. Por mantener sus status quo, han preferido tocar la lira mientras Santa Marta arde.  

Sin importar como caiga la moneda, mientras continúe el supuesto cambio, Santa Marta, tendrá que padecer sus dos caras: desabastecimiento de agua e inundaciones.



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