Varias investigaciones han dado como resultado que los vascos son descendientes directos de un grupo de agricultores del Neolítico en razón de que su genética los muestra de forma diferente a los otros pueblos de Europa. Además, por la historia nos damos cuenta que en el 196 a. C; los vascos que vivían al norte de España nunca fueron conquistados por los romanos ni por otro grupo invasor.
Ocurrió que en el año 824 d. C; el País Vasco era parte del Reino de Navarra que posteriormente pasó a ser parte de la Corona de Castilla dando origen a lo que hoy conocemos como España. Luego, llegaron una serie de restricciones como prohibir el idioma, se les abolieron sus derechos y se ordenó la destrucción de sus principales ciudades.
Muchos años después surge Euskadi Ta Askatasuna, que desde el euskera o idioma vasco se traduce como “País Vasco y libertad” que por sus siglas fue conocida como “organización terrorista nacionalista vasca”: ETA. Esta tenía como misión la independencia para formar un país de tendencia socialista y revolucionaria.
Cuenta la escritora Edna Iturralde, en su libro de cuentos “Cuando callaron las armas”, que ocurrió hace muchos años, en la época de las cavernas, algunas mujeres dentro de la cueva en una colina en las montañas de los Pirineos cuidaban que el fuego de la hoguera no se apagara mientras esperaban impacientes que regresaran los hombres que habían salido de cacería hacía varios días. Y, que muchos años después prácticamente en el mismo lugar una familia en época actual, hablaba el dialecto de la familia de las cavernas y tenían las mismas formas de hacer un hermoso homenaje al sol, la luna, la flor y ese cariño y respeto inmenso por sus progenitores.
Posteriormente, -continúa la escritora- que en la evolución de la familia vasca surge el abuelo, un ser de mucho respeto entre las familias. En este caso fue un abuelo que estuvo en la cárcel varios años por ideas políticas independentistas y que al salir de la prisión inmediatamente fue a pasar un rato con su nieto Iñaki.
Por lo anterior, la familia en el país vasco, en la época de las cavernas y en la actual mostraron un fuerte respeto por el sol cómo dadora de vida e hija de la tierra y que traía en cada amanecer a la esperanza. Asimismo, a la luna como hija de la tierra y alumbradora de los muertos.
Mientras tanto, el abuelo se mostró interesado por que el nieto en la escuela estuviera aprendiendo euskera y que aprendiera las costumbres de su pueblo como la única manera de permanecer en el tiempo. Le contó al niño que ambos hacían parte de uno de los pueblos más antiguos de Europa y que era mucho más importante que él conociera el idioma y las costumbres vascas para que permanecieran unidos por siempre.
De igual manera, para el abuelo, la luna tenía un atractivo especial, pero era el sol -Eguzki- quien penetraba todos los rincones oscuros trayendo luz, vida y esperanza. Creía firmemente que sus rayos de luz deben entrar en los rincones del cerebro y el corazón disipando las tinieblas de las almas debido a que estaba convencido de que la incomprensión trae tinieblas.
En síntesis, aunque el abuelo estaba convencido de que los vascos debían tener su propio país, ahora le preocupaba era pensar en su nieto; en el futuro de esta generación, la que sigue y en la paz. Esa paz que tanta falta nos hace y que seguimos buscando igualmente los colombianos para nuestras generaciones siguientes.