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Maquiavelo los envidiaría

Columnas de Opinión
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Noticias por demás curiosas y desconcertantes se han dado por estos días a nivel mundial y nacional.


La primera de ellas, de carácter internacional, tiene que ver con una solicitud que los países en vías de desarrollo, con Ecuador a la cabeza, hicieran a la ONU en el sentido de elaborar una normatividad encaminada a que las actividades de las grandes corporaciones en el planeta, se adecuen más a los DDHH promulgados por la misma entidad mundial.

La solicitud se fundamentaba en una investigación realizada por la organización británica Global Justice Now, la que entre otras cosas determinó que los ingresos de diez de las corporaciones más grandes del mundo, sobresaliendo Apple, Shell y Wal-Mart, superan a las de 180 naciones de las 195 reconocidas por la ONU. En otras palabras, diez multinacionales ganan más que casi todos los países del mundo juntos. Dicho de otra manera, cada una de estas empresas es más rica que Rusia, Bélgica o Suecia.

Señala el informe además, que entre los 100 actores económicos mundiales se encuentran 69 de estas corporaciones, con tal riqueza y poder, que vienen a ser causa directa de problemas tales como la desigualdad o el cambio climático, luego es lógico que asuman responsabilidades al respecto. Pero los países poderosos, Inglaterra entre ellos, se oponen, prefiriendo apoyar al proyecto estadounidense-europeo de la Asociación Trasatlántica para el Comercio e Inversión (TTIP)

Pero no, aquí no pasa nada, los perversos están en otra parte.

Pero si de sucesos inverosímiles se trata, los colombianos la sacamos del estadio la semana posterior al plebiscito. Resulta que después del triunfo del No, Juan Carlos Vélez Uribe, gerente de la campaña uribista por el No, poseído de la soberbia de los que se creen intocables, como lo ha sido su jefe durante muchísimo tiempo, hizo unas declaraciones que pusieron al desnudo toda la perversidad mediática utilizada por el Centro Democrático para torcer la opinión pública en su favor, explicando no solo las inmorales estrategias, sino también la financiación de la misma.

Y es aquí en donde tuerce la puerca el rabo, dado que los grupos señalados como financiadores de la campaña, se dividieron en tres. Unos, el Grupo Uribe y la Colombiana de Comercio, declararon que no tuvieron nada que ver con ese proyecto, esto es, que no aportaron a dicha campaña. Ambas expidieron sendos comunicados negando tal aporte, pero ninguna se atrevió a poner una demanda por calumnia, en este caso económica, por decir algo.

Otro grupo, mientras tanto, identificado como el Grupo Bolívar, sin pestañear siquiera, con comunicado incluido, manifestó tranquilamente que sí había aportado, pero eso sí, de manera equitativa. Es decir, efectuaron donaciones tanto a los que apoyaba el Sí como a los que apoyaba el No.

Cretinos, que lo hagan para una elección presidencial o de congreso, vaya y venga; al fin y al cabo a estos apátridas solo les interesa que el que gane sirva a sus intereses. Pero en esta ocasión el asunto era totalmente diferente. Se trataba definir sobre la paz o la guerra en nuestra patria, en su país; en este caso, la equidad era un contrasentido. Un absurdo.

Pero el grupo Ardila Lulle fue la tapa: manifestó que la declaración del señor Vélez Uribe, era incorrecta. El grupo lo que hizo fue conceder un plazo para el pago de las cuñas del No en los canales de la organización (prensa, radio, televisión). Y se jacta en el comunicado de ser uno de los mayores aportantes de la campaña del Sí.

Al grupo Ardila, en su intento de meternos los dedos en la boca, se le olvidó que en este país todo el mundo sabe que fiar en campañas electorales no es sensato; después de elecciones, el que pierde no paga. Y en este caso hasta los del No daban por descontado el triunfo del Sí. En la práctica ese era su aporte al No. ¿Luego, qué mejor excusa para decir Sí pero No, sin que se le pudiera señalar de vulgar oportunista? Maquiavelo le quedó en pañales a este grupo.

No son más que una parranda de terroristas de cuello blanco.