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Colombia presente en las marchas

Editorial
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En nuestra historia jamás había sucedido algo parecido. Las marchas multitudinarias del domingo 21 de abril superaron ampliamente aquellas también numerosas contra las Farc y las últimas contra este mismo gobierno.

Empero, el presidente Petro lejos de reconocer un hecho incontrovertible y real se ha atrevido como buen mitómano a afirmar que fueron débiles y que máximo salieron en todo el país 250.000 personas; la verdad registrada en todos los medios de comunicación es que hubo un millón de manifestantes.

No puede el primer mandatario demostrar lo indemostrable, advirtiendo de que solo estuvieron en las calles las oligarquías, la clase dominante, los dueños del poder. Según su parecer el pueblo son las élites, las élites son el pueblo. El pueblo colombiano es elitista y esto es hacer aseveraciones sin sentido y sin fundamento.

La respuesta es sin palabras pues los hechos y las realidades, son como el sol que no se puede tapar con las manos. La gente salió espontáneamente dado que está muy preocupada y verdaderamente angustiada. La corrupción del actual gobierno es estremecedora, peor que en cualquiera de las peores épocas en esa materia.

Los delirios de grandeza del presidente son de un psicópata sin control. El manejo de la paz lo único que ha logrado es el envalentonamiento de los grupos subversivos y por ende el dominio de algunos territorios por parte de esos facinerosos.

El país no es de Petro ni del pacto histórico ni de los comunistas. Es justamente de todas aquellas fuerzas legítimas y populares que se expresaron y movilizaron en todas las ciudades para hacerle ver al gobierno petrista su descontento.

A diferencia de las protestas que lideró el mismo señor presidente contra el gobierno de Duque en las cuales produjeron incendios, muerte de policías, daño a edificios y a los vehículos de servicio público, en que crearon el pánico y la zozobra, en que su objetivo era tumbar al régimen democrático; en esta salida a las calles de un sin número de colombianos todo se desarrolló en paz, en forma tranquila, alegre y serena sin perturbar el orden público; he ahí la gran diferencia.

Pero como dice el adagio “bueno es culantro, pero no tanto”. El pueblo se resiste a una dictadura, a una Constituyente por fuera de la Carta Magna, a las reformas a la salud, a las pensiones y a la laboral puesto que ellas nos conducirán como en Cuba, Venezuela y la misma Argentina al caos total y a la miseria.

Todo se ha venido abajo, el comercio se encuentra resentido, ya que la demanda de la gente ha disminuido, los estados financieros de las empresas se han afectado, la construcción se frenó, la industria presenta cifras poco alentadoras; ante estas circunstancias negativas que nos rodean no puede haber inversión nacional y menos aún foránea.

El gran problema por su ideología marxista consiste en que el jefe de Estado no reconoce ni admite políticas distintas a las que él tiene en su mente; sus colaboradores en este momento en su sentir deben ser de su ideología, no importa la ignorancia en los temas que tienen bajo su responsabilidad.

Aquí cabe “como anillo al dedo” la frase que en este mismo mes pronunció el Sumo Pontífice Pablo VI: “las ideologías no sirven, terminan en dictaduras. Y las dictaduras piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo”. Eso tal cual es lo que ha sucedido en Rusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Por eso mismo la posición leninista y petrista es desconocer las cosas, destruir todo e imponer a la brava sus puntos de vista.

Por ejemplo, el consejo gremial a los ministros de minas y energía les hizo recomendaciones para evitar los apagones que se generarán dada la sequía de los embalses y creemos que ni siquiera los leyeron porque se hace lo que a ellos les parece. El Congreso en igual forma puso de presente formulas con miras a evitar el apagón generalizado; sin embargo, no se han considerado.

Con motivo del Día del Trabajo el próximo miércoles primero de mayo, el presidente está organizando una contramarcha en la cual en su concepto sí saldrá el pueblo y el Palacio Presidencial se abrirá para que los líderes sindicales participen como oradores.

El mandatario de los colombianos después de la gran marcha del 21 de abril asegura sin ninguna prueba de que lo quieren derrocar, habla como lo ha repetido en varias ocasiones de un golpe blando. El que se está auto golpeando es el mismo, con sus familiares, sus ministros y funcionarios que han cometido toda clase de abusos, arbitrariedades y decisiones inapropiadas.

Si la alcaldía de Bogotá fue mala, su presidencia peor aún.



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