CRISTO REY, el barrio de la ‘alegría’

Cristo Rey fue construido sobre unos terrenos de propiedad de varios particulares, estos están paralelos a la carretera que une a Santa Marta con Ciénaga y Barranquilla. Desde este caserío a la ciudad hay por lo menos 12 kilómetros. Una de las entradas está frente al desvío camino al aeropuerto Simón Bolívar.

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Provenientes del departamento de Bolívar, sus primeros pobladores introdujeron al turismo samario un nuevo componente: las ‘palenqueras’ vendedoras de dulces.



Desde el departamento de Bolívar llegaron con mochilas repleta de sueños, los miles de afrodescendientes que poblaron este populoso sector de la ciudad, y con sus pasabocas exóticos como: la alegría, cocada, el caballito y el enyucado; además de los peinados tropicales (trencitas), masajes, incursionaron y le dieron al turismo samario una opción diferente para que sus visitantes se fueran encantados de la Perla de América.

Los afros que se asentaron en esta parte de la ciudad, gente trabajadora, pujante y echada para adelante se fue ganando un espacio en el comercio de la ciudad con el sudor de la frente, producido por el calor de los fogones de leñas donde fabricaban las obras de arte culinaria, que le dan el sustento del día tras día.

Tanta es la influencia de esos miles que llegaron, que en cualquier playa de la ciudad no puede faltar una curiosa negrita de sonrisa alegre y ponchera en su cabeza, pregonando orgullosa su exquisito producto.

En las corrientes migratorias que se dieron en la época de los 80, la presencia de esta comunidad negra, proveniente de San Pablo y Marialabaja, Bolívar; introdujo en la ciudad un componente económico dentro de la oferta turística muy importante, y fue la oportunidad de que estas personas de color ofrecieran las cocadas, las alegrías y vendieran pedazos de frutas en El Rodadero e importantes playas del Distrito.

“Esto no había pasado antes, porque en El Rodadero se podían encontrar niñas que vendían panelitas que fabricaban algunos habitantes de Gaira, que no eran organizados ni era un negocio de ventas tradicionales importantes, si no esporádicas”.

En la medida en que la señora Josefina Olivo y otras personas negras asumen el liderazgo de traer para la ciudad un tipo diferente de oferta gastronómica de su cultura, sin duda, los turistas y los mismos samarios que iban a la playa encontraban un producto diferente y en vez de tomarse una cerveza o comprar una gaseosa, tenían la opción de adquirir un dulce, una alegría, una cocada, un caballito de papaya, de piña, de coco, en fin, toda la variedad que ellos venden.

“Entonces, igualmente la importancia de vender pedazos de frutas tropicales, que un pedazo de papaya, de piña; esto antes no se veía en El Rodadero o en ninguna de nuestras playas.”

Adicionalmente, en esa época llegó un personaje sanandresano muy conocido, quien les enseñó a hacer peinados exóticos que son conocidos como trencitas hoy día; esto cayó muy bien en la ciudad y ya cualquier persona podía hacerse un peinado Caribe y los cachacos regresaban a sus ciudades de origen felices por los peinados hechos por estas personas.

De un tiempo para acá le agregaron algo muy interesante como son los masajes corporales, que evidentemente han ayudado a diversificarse y que en las playas, extranjeros, gente del interior y samarios encuentren una oferta alternativa para hacer mucho más agradable y variable el turismo de la capital.

Antes de la llegada de los miles de afrodescendientes a Santa Marta no tenían una variante gastronómica en el turismo de esta magnitud, por lo que a medida que fueron pasando los años el turista se acostumbró a convivir con productos diferentes y hechos por una raza con raíces en el continente africano.

Definitivamente desde el punto de vista de la importancia esto ha sido clave para generar un tipo de producto atractivo, que en el turismo antes no se ofrecía.

Los primeros negros que vinieron forzados fueron los esclavos en el siglo XVI y XVII, quienes fueron traídos por españoles y portugueses, digamos que por imposición porque ellos no querían venir a América, y obligados los trajeron en los barcos negreros, es por eso que en su libro Edgar Rey Sinning (Cristo Rey un espacio para permanecer en el tiempo) mencionó que fue una visita forzada; pero esto lo comparó para diferenciar que los primeros negros que llegaron provenientes de esa parte del departamento del Bolívar, no vinieron obligados aparentemente, pero si se revisa al final, estos también llegaron así porque tuvieron que salir de su lugar de origen, donde reinaba la miseria, a buscar nuevas oportunidades y trabajo hasta este paraíso terrenal, y Santa Marta se les convirtió en una excelente plaza para trabajar, porque encontraron una forma de vida más importante, tanto así que a medida que han pasado los años, los niños han entrado a colegios en su mayoría, a las universidades y se han ido preparando. Luego con la Constitución del 91 ya empezaron a tener derechos.

Inicios de su llegada

Los residentes de este caserío de la ciudad llegaron primeramente por los lados de Ciénaga, pero antes habían estado en otras ciudades costeras como Barranquilla y Maicao, buscando oportunidades, luego por La Paz e iban comprando solares con poco dinero que lograban juntar como resultado de su trabajo, pero cuando eso Cristo Rey ya existía y se encontraba ubicado justo en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde existía población mestiza y blanca proveniente del interior del país, pero hacia la carretera solo hay negros.

Identidad y racismo

“Santa Marta es una ciudad racista, de hecho nunca ha aceptado que tuvo negros.” Afirmó Rey Sinning.

El habitante de Cristo Rey es una persona muy trabajadora, entendieron que San Marta les abrió las puertas para trabajar y a eso vinieron a esta ciudad, en mi visita nunca encontré a los negros rascándose la barriga, así como dice un dicho muy grotesco que los ellos son perezosos, al contario siempre los encontré trabajando y haciendo sus productos para vender, no solo por las playas si no por la ciudad.

Su cultura

Ellos como tal se trajeron muchas tradiciones, como son los rituales, sus comidas típicas, estas personas se caracterizan por comer muchas cosas fritas.

La alegría que caracteriza a las personas de raza negra:

Su diversión son los comentarios, hablar, charlar, jugar dominó, tomarse sus tragos, pero su forma más relajada para divertirse, es la de poner apodos.

Por último, se resaltó una frase polémica que dejó el sociólogo Edgar Rey Sinning: “Santa Marta es una ciudad racista, de hecho nunca ha aceptado que tuvo negros.”

Con este comentario otro historiador reafirma la frase de la ciudad racista:

Cristo Rey es un barrio de los relativamente recientes y que obedece al proceso de migración de hecho no es casualidad que es una población negra, la cual está allí asentada, esencialmente, ya no son únicamente negros, pero comenzó fue como una población negra migrante de una zona del departamento de Bolívar.

“Ellos son descendientes afros, pero no están inmersos dentro de la dinámica histórica de la ciudad, Santa Marta no heredó un pueblo afrodescendiente con todas sus costumbres intactas, ya la ciudad los ha asumido como nuestros,mas no están enlazados a la historia, del pasado remoto no, pero de la historia reciente sí.”. Aseveró Wilfrido Padilla.

El sociólogo caribeño, Edgar Rey Sinning, relató la importancia e influencia de los pobladores del barrio Cristo Rey, en su mayoría de raza negra, en Santa Marta.

Cristo Rey fue construido sobre unos terrenos de propiedad de varios particulares, estos están paralelos a la carretera que une a Santa Marta con Ciénaga y Barranquilla. Desde este caserío a la ciudad hay por lo menos 12 kilómetros. Una de las entradas está frete al desvió camino al aeropuerto Simón Bolívar.

Así se conformó este caserío de barrio La Paz, lleno de migrantes de pueblos rurales de Bolívar, que decidieron quedarse en Santa Marta tratando de producir y vender un producto que encantó a locales y turistas que transitan por la ciudad y playas de la capital del Magdalena.


Por: Julio César González Córdoba
Redactor EL INFORMADOR


Luego de un arduo trabajo en fogones y mano de obra afrodescendiente, obtienen como resultado estos manjares que deleitan desde tiempos inmemorables a extranjeros, nacionales y locales que se dan una pasadita por las playas y calles de la capital del Magd
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El habitante de Cristo Rey es una persona muy trabajadora, entendieron que San Marta les abrió las puertas para trabajar y a eso vinieron a esta ciudad, con su alegría y la sabrosura que los caracteriza venden el producto con el que han conseguido todo co
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