SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS

FALTAN:

No me esperen en la boda

Columnas de Opinión
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No asistiré hoy 5 de octubre en Sevilla a la boda de la aristócrata española Cayetana de Alba, 85 años y 3.500 millones de euros, contra Alfonso Diez, 24 años más tierno y dueño de un apartamento de 94 metros. Ese día estoy invitado a algo más sexy: la corrida de un catre.

¿Qué matrimonio es ese en el que el novio no tiene previsto aligerar de chiros a mi porcelana, a mi princesa como la llama? En la luna de miel, Alfonso pondrá agua a calentar para la bolsa, le traerá las babuchas, le dará el besito de las buenas noches y al sobre.

No será una boda para cortar oreja, rabo y pata, para decirlo en la jerga taurina que tan bien domina Cayetana Fitz-James Stuart. El miura de la pasión será devuelto vivo a los corrales. Se casarán para no caerse de la cama. ¿Para qué más?

En las fotos que publican las revistas del corazón, Alfonso mira siempre a su dama con remota curiosidad de paleontólogo. No hay necesidad de explicar el porqué.

El cliente tendrá a Cayetana por cárcel perpetua. Vivirán en una especie de arresto domiciliario.

Estamos ante un matrimonio que debe estar regido por el rótulo de: "aplican restricciones". La novia podrá hablar de su antepasada la Maja Desnuda que pintó Goya. Eso sí, nada de empelotarse delante de su maridito salido del extraño mundo de Subuso. Y espero no estar calumniando a Subuso.

Otra restricción: el hombre no heredará un euro. Firmó un documento en el que renuncia a los bienes de fortuna de doña Cayetana. (En reciprocidad, su mujer jamás le pondrá los cachos. No hay peligro de que haya triángulo amoroso).

Que el matri es por meritico amor lo demuestra el hecho de que el salario del marido apenas le alcanza para el pan y la leche. Ahora, si sale de esos gastos su mujer podrá respaldarlo con su fortuna que ya repartió entre sus seis hijos, fruto de su primer casorio, en 1947, contra Luis Martínez de Irujo.

El reparto lo he hecho porque he querido y mientras yo viva, todo sigue en mis manos, ha dicho la dueña de los insomnios de Diez.

Cayetana será esposa por cooptación: la mujer se casó en segundas nupcias con Jesús Aguirre, gran amigo de Alfonso. O sea que este heredó viuda a la que convertirá en esposa cero kilómetros.

Uno tiende a envidiar al recién casado, a sus espaldas, claro. Nos gustaría remplazarlo la noche de bodas en el primer turno al bate. En este caso, sólo compasión despierta el varón domado por la Duquesa.

España espera que con el enlace, el hombre rinda más como funcionario del Ministerio de Hacienda de España. Plata es lo que necesitan los chapetones en la crisis que viven.

El tío es un hombre de principios. Eso de aguantarse las bromas de los amigotes por casarse en este contexto son palabras mayores. Aunque como Alfonso es muy inteligente y muy culto, según ella, ya debió resolver el asunto: renunció a los amigos.

Espero que en las capitulaciones haya quedado claro que el hombre dormirá solo, como en una urna triclave para ponerse a salvo de cualquier arrebato erótico de su media naranja. (¿Media, un cuarto, un tercio? Averígüelo Vargas).

Por solidaridad de género, me preocupa el futuro de don Alfonso. Si acaso llega a enviudar (y el día esté lejano), ¿qué mujer le aceptará siquiera una invitación a ver pasar una tractomula?

Le dejo esta inquietud al flamante novio de quien sus entenados dicen que es muy vivo y muy ambicioso: Todavía es tiempo de tocar una espléndida retirada, tío.

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