Hace 25 años, el 17 de diciembre de 1999, EL INFORMADOR, decano del periodismo en el Magdalena, documentó una de las peores crisis vividas en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Las intensas lluvias de aquel año desencadenaron desbordamientos de ríos, derrumbes y daños incalculables que obligaron a campesinos a abandonar sus tierras y dejaron una estela de destrucción en la región.
Daños a la agricultura y pérdida de conexión
El balance reportado por las autoridades de la época, indicaba que más de 500 hectáreas de cultivos de café fueron destruidas, junto a otros sembrados de pan coger, fundamentales para la subsistencia de las comunidades rurales. Adicionalmente, los derrumbes y las fuertes corrientes de los ríos dejaron la parte alta de la Sierra completamente incomunicada, aislando a cientos de familias.
El coordinador de Prevención y Atención de Desastres del Distrito, Jairo Amor, describió el escenario como "crítico", destacando que en la vereda La Lisa y sus alrededores, los puentes fueron destruidos y varias fincas quedaron aisladas.
Entre las fincas más afectadas se encontraban Santa Fe y Nuevo Horizonte, ubicadas en las jurisdicciones de La Lisa y Bonda. Asimismo, en otras zonas rurales del Distrito, como La Revuelta, La Estrella y Agua Fría, el río Piedras arrasó viviendas y causó graves daños en los cultivos.
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Un éxodo forzado por la naturaleza
La intensidad de las lluvias no solo destruyó infraestructuras y cultivos, sino que generó un desplazamiento masivo de campesinos que, atemorizados por los constantes deslizamientos y desbordamientos, abandonaron sus fincas.
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