El único lugar del mundo en el que no me siento extraño

#CuálEsTuCuento
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Mi cuento es el de un samario que ha entendido que la única manera de ser feliz es vivir sinérgicamente, en solidaridad, en comunidad con los otros, sin perder la singularidad ni la esencia, pero sí aportando desde ella a los demás; todos nos lleva al hecho de estar con el otro, de vivir con los demás y de juntarnos para ser verdaderamente felices.

Mi cuento es el de alguien que aprendió a comprender la vida desde el horizonte sin límites que el mar le ofrece todos los días, como una infinita posibilidad de recibir todas las quillas de los barcos que la naveguen, de sublimarse con el encuentro del sol y de no tener fronteras tan cercanas; el de alguien que entendió cómo el relato nos dice desde lo más profundo del ser y expresa lo que otras maneras –argumentos, conceptos, etc- no alcanzan a expresar.

Por eso vivo relatando todos los días y tratando de construir metáforas que digan lo que siento y tengo dentro; el de alguien que encontró el sentido de su vida en la propuesta existencial encarnada en la persona de Jesús y entendió que la única manera de ser feliz es vivir al modo de Él (Hechos 5,20), esa propuesta es por la cual vive y lucha todos los días; el de alguien que aprendió a disfrutar el vallenato como una manera de hacer relatos y de contar lo que se sufre y se goza en cualquiera de las situaciones de la vida; el de alguien que nació enamorado del Unión Magdalena y que no ha permitido que ninguno de sus fracasos (son muchos, tengo un posdoctorado en sufrimiento con el Unión) le quiten esa pasión azulgrana.

Mi cuento es el de alguien que se siente bendecido por Dios y que encuentra en el aprecio y el cariño de la gente las manifestaciones de esas bendiciones; es el cuento de un pecador que lucha por ser coherente consigo mismo y con las apuestas que ha hecho por el plan de vida de Jesús; el de alguien que ama a su familia y vive por ella, esforzándose para que los sueños que los ojos de sus sobrinos expresan se realicen; el de alguien que añora a Santa Marta y quiere volver a vivir en ella –es el único lugar del mundo en el que no me siento extraño- pero que la sueña organizada, pujante, acogedora, con una vocación definida, amada por los que en ella viven y con líderes que la quieran llevar a su plenitud.

Ese es mi cuento. Y hoy lo comparto con ustedes. Saludos.

Padre Alberto Linero.

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