Serán los eventos del concierto ‘A cuatro voces canta a Iberoamérica’ y el lanzamiento del libro ‘La Bahía de la guitarra samaria’, una investigación de María Lorena Rueda Gómez.
Todo está listo para que se lleve a cabo en el escenario del Teatro Santa Marta el gran concierto del cuarteto ‘A cuatro voces’, previsto para este sábado 6 de agosto a las 6:30 de la tarde, un espacio que hace parte del III Encuentro-Simposio internacional de canto y guitarra de la Universidad del Atlántico, y que también es una invitación de la Secretaría de Cultura y el Teatro Santa Marta,
El espectáculo ‘A cuatro voces canta a Iberoamérica’ es una propuesta musical de ‘A Cuatro Voces’, un cuarteto que nació en el año 2014 como parte de la estructuración y de los arreglos realizados por los integrantes: Yenny Saldarriaga, Jhonnier Ochoa, Julián Cardona y Alexa Cortés; quienes con el ímpetu y belleza de la música andina colombiana, y de los otros géneros que interpretan, permiten al oyente adentrarse a estos ritmos, desde un formato que no es convencional, por lo tanto, ofrece una perspectiva estética diferente que dialoga permanentemente con la tradición.
Le puede interesar: ¡Se subió el telón en el Teatro Santa Marta!
La sonoridad de ‘A Cuatro Voces’ diluye la frontera entre las músicas tradicionales y las músicas académicas que las instituciones han inventado, un cuarteto conformado por dos guitarras y dos sopranos que busca experimentar con esta sonoridad por medio de la confluencia de ideas, sensibilidad y percepción de la música que tiene cada uno de sus integrantes.
Por su parte, el lanzamiento del libro ‘La Bahía de la guitarra samaria’, es un recorrido por el cosmos musical de la obra para guitarra solista del consagrado pedagogo, guitarrista y compositor samario Alfonso Cayón Mejía, cuya maestría de su rol profesional no se le reconoció en vida a su altura.
Esta presentación se realizará en la Sala Alterna ‘Manuel Carrerá’ en las instalaciones del Teatro Santa Marta, a las 6:30 de la tarde.
Si bien son apenas siete facsímiles los que titánicamente han sobrevivido alrededor de medio siglo en el archivo familiar, sin lugar a dudas son piezas dignas de un lugar en nuestros atriles y en nuestros afectos. La dulzura de su estilo compositivo, el candor de sus armonías, la magistral sencillez de sus melodías y la pasión por la pedagogía que se hace evidente con las digitaciones explícitas en sus manuscritos, son sutilezas que hacen a su obra sempiterna para quienes tengamos el deleite de interpretar o escucharle.