Novena a Santa Ana

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Día noveno

“Amarte en el tiempo y en la eternidad”

Consideremos hoy, fieles devotos de Santa Ana, la entrada gloriosa de la Santa en el reino de los cielos. Junto a Jesucristo, a San José y a San Joaquín, la venturosa Santa Ana, Madre de la Madre de Dios, nuestra amada Abogada. Allí en la gloria ocupa Santa Ana uno de los tronos más refulgentes; allí la santa Madre de Jesús se complace en honrar a su Madre muy amada; porque la gloria de los padres siempre es honor de los hijos. Allí la aclaman todos los bienaventurados como Madre dichosa de la Reina de todos los santos, María, la maravilla más grande después de su Hijo Jesucristo. ¿Qué no podrá alcanzarnos nuestra Santa, siendo madre de la misma Madre de Dios? Mil veces dichosos sean los que ahora son sus amantes y devotos y los que ardientemente se esmeran en darla a conocer y amar. Como dice San Juan Damasceno, todos estamos obligados a los santos Padres de María, Madre de Dios; y como añade San Alfonso, después de Jesús, María y José, San Joaquín y Santa Ana, Padres de María, la Madre de Jesucristo.

Se medita

En este último día de la novena consagrada a ti, nuestra amada Santa Ana, glorificamos de un modo especial a Dios, que tanto te distinguió en la tierra y tanto te distingue ahora en los cielos. Hoy nos unimos a todas las criaturas y al mismo Corazón del Hijo María para bendecir dignamente al Altísimo, que tanto te ha glorificado. Sólo nos queda volver a encomendarte a toda la Iglesia, todas nuestras necesidades y deseos, nuestra vida y nuestra muerte. Concédenos, amada Santa, conoceros y amaros a ti y a tu Sagrada Familia, crecer en este santo amor y tenerte grabada en medio de nuestro corazón; amarte en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena.





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