La historia de Santa Catalina Labouré, vidente de la Medalla Milagrosa

Santa Catalina Labouré (1806-1876).

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La Virgen María le encargó la elaboración de la Medalla Milagrosa, por medio de la cual prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen la oración inscrita.
Cada 28 de noviembre la Iglesia católica celebra a Santa Catalina Labouré, vidente de la Medalla Milagrosa, monja vicentina que fue canonizada en 1947.
Nació en Francia en 1806 en el seno de una familia campesina. Al quedar huérfana de madre a los 8 años le encomendó a la Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición.

Su hermana mayor se fue de monja vicentina, por lo que ella tuvo que ocuparse de las labores del hogar en la casa de su padre. A los 14 años le pidió a su padre permitirle irse de religiosa a un convento, pero él no se lo permitió.

Según la historia que se conoce de Santa Catalina, San Vicente de Paul se le apareció en sueños y le dijo “un día me ayudarás a cuidar a los enfermos”. Diez años después, cuando por fin pudo visitar a su hermana religiosa, reconoció al sacerdote en un retrato. Desde ese momento decidió luchar por ser religiosa hasta que fue aceptada en la comunidad vicentina.

La aparición de la Virgen

El 27 de noviembre de 1830 la Virgen María se le aparece en la capilla del convent, mientras se encontraba rezando, y le pide que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen MA, y una cruz, con esta frase "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.

La historia de esta aparición no se conoció sino hasta después de la muerte de su confesor, cuando Santa Catalina le reveló a su superiora las apariciones.

Santa Catalina falleció a los 70 años, un 31 de diciembre de 1876. Cincuenta y seis años después, cuando se abrió su sepultura para el reconocimiento oficial de sus reliquias, se halló su cuerpo incorrupto. Fue beatificada por Pío XI en 1933 y canonizada por Pío XII en 1947.