Confesión virtual: la opción para los fieles durante la cuarentena

La confesión puede ser tramitada por un acto de contricción desde el hogar de cada fiel.

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Debido a la pandemia del coronavirus que ha hecho presencia en 191 países del mundo, la Iglesia se vio obligada a cancelar todas las celebraciones presenciales para prevenir el contagio del virus, sin embargo, existen opciones virtuales para acceder a los sacramentos durante el confinamiento.

La confesión es identificada como de los sacramentos más importantes de la Iglesia Católica, por medio del cual los feligreses declaran sus pecados ante un sacerdote, para lograr el perdón de Dios. Históricamente esta acción ha sido desarrollada de forma presencial, pero la inesperada aparición y crecimiento del coronavirus Covid – 19 alrededor del mundo, ha obligado a restringir la presencia de los fieles en los templos sagrados.

Por lo anterior, la iglesia ha adoptado nuevas estrategias que permitan la conexión espiritual durante el confinamiento y, de esta manera, mantener viva la relación con Dios y permitir conmemorar la Semana Santa desde los hogares.
“La Santa Iglesia Católica nos tiende la mano y nos dice que el modo de obtener el perdón de los pecados, inclusive mortales, en esta circunstancia es la contricción perfecta”, explica uno de los sacerdotes de Heraldos del Evangelio a través de un video en YouTube.

La contricción perfecta es denominada por muchos Santos como la llave de oro del Paraíso, es un acto de dolor encaminado a quebrantar nuestro corazón del dolor de haber ofendido a Dios.

“Tenemos un bello de contricción en la historia y es el apóstol San Pedro, él después de haber ofendido a nuestro Señor Jesucristo, después de haberle negado tres veces, nos cuenta el evangelio que él lloró amargamente por el pecado que había cometido”, explica.

Según relata el padre mediante la grabación, San Pedro lloró debido al profundo amor que sentía por Jesús, lo que es calificado como un acto de contricción perfecta. Dicha acción puede ser alcanzada también por los feligreses al llorar los pecados y detestarlos.

“Pongámonos de rodillas delante de un crucifijo y contemplando sus llagas, osculemos el crucifijo y digamos: Jesús mío, te amo y te prometo que no quiero volver a crucificarte”, esto será nuestro mayor acto de contricción.