Aunque hoy se cumplen cinco años desde tu inesperada partida, todavía nos duele tu ausencia como aquel primer día en el que te fuiste de este mundo para siempre. Tu presencia y tu risa están latentes en todos los rincones de la casa que una vez habitaste, nuestros corazones y tu alma serán uno solo hasta que tengamos la dicha de reencontrarnos nuevamente.
Sé que disfrutas de la eternidad del cielo en un lugar libre de dolores, intercediendo ante Dios por nosotros, protegiéndonos y cuidando nuestros pasos. Hoy más que nunca nos acordamos de ti, con la esperanza de mantener en nuestras memorias las enseñanzas que dejaste con tu especial forma de ser.
Sigues viva en los corazones de todos lo que te amamos, al igual que los hermosos recuerdos que quedarán atesorados hasta el último día. Con cariño, tu familia y amigos.