Recordando a un amigo.
Un 28 de enero del año 1951, nació un niño, en el hogar formado por Don Carlos Bateman De Andréis y Doña Ena Campo Rivas, que optaron por bautizarlo con el nombre de César Augusto, haciendo honor al gran Emperador Romano.
Creció César en un hogar donde sus padres le inculcaron desde niño la decencia y el buen comportamiento dentro de la sociedad.
Como estudiante fue distinguido y aplicado en sus estudios. En el campo laboral excelente trabajador, buen amigo, con un espíritu de colaboración y amabilidad tanto para sus compañeros al mismo nivel, como para sus superiores, pero de manera especial para los usuarios que requerían de sus servicios en las diferentes dependencias donde laboró, por ejemplo, en Planeación municipal, como se denominaba en ese momento dicha oficina, hoy Planeación Distrital, en la Biblioteca Departamental, y últimamente en la Curia o Palacio Episcopal.
Fuimos vecinos de toda la vida, desde la niñez, la juventud y gran parte de nuestra vida como personas adultas, posteriormente fuimos tomando rumbos diferentes y vivíamos en sectores distantes uno del otro, pero nuestra amistad seguía intacta, cada vez que nos veíamos eran momentos de alegría mutua, no dejaba de preguntar por la familia, por mis hijos, pero sobre todo por sus queridos y apreciados vecinos de Gaira. También me ponía a sus órdenes su despacho donde laboraba, en caso de requerir de sus servicios para realizar alguna diligencia.
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César se caracterizaba por ser una persona alegre, amable, respetuosa, decente, cabían en él todos los adjetivos con que podemos calificar a un ser lleno de excelsas virtudes.
Como anécdota curiosa su casa materna, donde creció y vivió gran parte de su vida y donde adquirió los valores impregnados en él, en esa, su vivienda se construyó un súper mercado, cuya razón social resume todo lo que representó Cesar Augusto como persona en su peregrinación por este mundo terrenal: Justo y bueno.
Hoy 28 de enero, fecha en la cual cumplirías tus 70 años de nacimiento y tu primer mes de fallecido, quiero elevar plegarias a nuestro Señor Padre celestial por tu alma, bendiciones por el tránsito que tuviste por este mundo terrenal para ir al encuentro con nuestro Señor Jesucristo en los cielos.
A Numa José, tu hermano, a César Augusto, tu sobrino ahijado, pedirle a María Santísima, los llene de resignación y les dé fortaleza para aceptar los designios divinos. Y para el alma de nuestro gran amigo César Augusto Bateman Campo, el Dios de la vida le conceda el descanso eterno y brille para el la luz perpetua.
Por: Alberto José Fernández Yepes.