Luego de la pandemia en muchos locales optaron por escanear el menú con el télefono para el experto, esta sería la norma para poder utilizar el celular al momento de compartir alimentos con sus familiares, amigos y/o jefes.
En un análisis profundo sobre los hábitos sociales actuales, Ricardo Andrés Ortiz Troncoso, experto en etiqueta y protocolo de la Universidad Sergio Arboleda, ha puesto el dedo en la llaga al denunciar el uso constante de dispositivos móviles durante las comidas como una grave falta de educación.
En este especial periodístico, Ortiz Troncoso explicó que esta práctica, cada vez más común en nuestra sociedad y se refleja en una preocupante dependencia de la tecnología. "Los seres humanos nos hemos convertido en adictos a nuestros celulares. Sentimos la necesidad constante de estar conectados, incluso a la hora de compartir una comida con nuestros seres queridos", afirmó el experto.
Esta dependencia, según expertos psicólogos, tiene nombre, nomofobia y se trata del miedo irracional a estar desconectado o sin acceso a un dispositivo móvil. "Cuando no tenemos nuestro celular a la mano, experimentamos una sensación de vacío y ansiedad", señaló Ortiz Troncoso.
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El experto en etiqueta manifestó que el uso del celular en la mesa es una clara muestra de falta de respeto hacia los demás comensales. "Al estar pendientes de nuestras notificaciones, estamos transmitiendo el mensaje de que lo que ocurre en nuestro teléfono es más importante que la compañía de quienes nos rodean", aseguró.
Ortiz Troncoso dejó un mensaje claro a la comunidad samaria y los lectores de EL INFORMADOR sobre nuestros hábitos y el deber de recuperar la importancia de la comunicación cara a cara. "La comida es un momento para compartir, para conversar, para estrechar lazos, el celular debe quedar fuera de la mesa para poder disfrutar plenamente de estos momentos", concluyó en su intervención para EL INFORMADOR.
La importancia de la etiqueta y protocolo
La etiqueta es el conjunto de normas que regulan el comportamiento y la vestimenta de una persona en cualquier ámbito de su vida. Estas normas, otrora, poseían un carácter ceremonial y su ejecución debía cumplirse al pie de la letra siguiendo los manuales de conducta que se estudiaban en las diferentes instituciones de educación y que eran reforzadas en las casas.
Es muy común escuchar a muchas personas expresar “hay que consultar el Manual de Carreño”, refiriéndose al escrito del venezolano, Manuel Antonio Carreño, un conjunto de lecciones y consejos sobre el comportamiento que ha de tener una persona ya sea en privado o en público.
El Manual de Urbanidad y Buenas Maneras forjó a toda una generación, cuando los buenos modales eran la carta de presentación de una persona y contribuyen a resaltar su imagen personal. Sin embargo, los tiempos cambian e infortunadamente, hablar de modales, etiqueta, cortesía y protocolo, resulta ser algo del pasado y las nuevas generaciones ven estos conceptos algo anticuado.
Las nuevas formas de enseñanza han dejado a un lado la instrucción de los buenos modales y en los hogares es muy común ver como la falta de ellos ocasionan caos y divisiones entre sus miembros.
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El modernismo y uso de celulares en la mesa tras la época de pandemia
A modo de ejemplo, hoy en día, es muy común que encontremos en la mesa celulares y que lo que podría ser un espacio para entablar una conversación amena e íntima, no sea más que un momento frío, donde cada uno de los que se encuentran sentados, viven una experiencia individual; aunque se encuentren justos, están totalmente distantes uno del otro.
Tener un celular en la mesa o hacer uso de él mientras se desayuna, almuerza y/o cena, es de mala educación, pues se convierte en un elemento distractor que impide una buena relación entre comensales. Sin embargo, los acontecimientos que han cambiado el mundo, en los últimos años, han hecho que los dispositivos móviles adquieran un espacio importante dentro de la vida del ser humano. Durante y después de la pandemia, los restaurantes, por temor de contagio, dejaron de entregar los menús de forma física y los comensales eran obligados a escanear códigos QR para recibir la información en sus dispositivos.
Afortunadamente, son muchos los locales que entendieron que no todos saben utilizar los celulares y optaron por ofrecer las dos modalidades, un menú físico y un menú digital.
En palabras del coordinador de protocolo, manifestó que, “entonces, en este caso, ¿es bueno el uso del celular en la mesa? La respuesta es sencilla, es bueno, siempre y cuando solo sea para ordenar o pagar y no para sumergirnos en el gran universo tecnológico.”
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Hoy en día se habla de Nomofobia y Mobilfilia. La primera hace referencia al miedo, al desespero que una persona puede tener si no utiliza su celular durante un largo tiempo y la segunda es la adicción compulsiva de estar, continuamente, utilizándolo. El constante envío y recepción de información a través de redes sociales, hacen que las personas vivan “conectadas” a la pantalla del celular. Y es lamentable ver como las nuevas generaciones son absorbidas por la tecnología, hecho auspiciado por los padres, que no se preocupan por educar a los niños sobre el manejo adecuado de los aparatos electrónicos.
El sentarse a comer, estableciendo una pequeña charla teniendo en cuenta las normas de etiqueta, ha perdido validez en la sociedad actual y a nadie le interesa. Vivimos en una era donde lo que interesa más es lo que me llega a través de mensajes por redes sociales, pero dejamos pasar lo que ocurre delante de nosotros.
Finalmente, según Ricardo Andrés Ortiz Troncoso sería bueno, “que tanto en los hogares, como en los colegios se volviera a hablar de buenos modales; que bueno sería que los manuales de urbanidad fueran parte de los útiles escolares de nuestros niños. Que bueno sería que papás, mamás, hijos, amigos se sentaran a la mesa y compartieran un momento agradable. Que bueno sería que por un instante dejáramos a un lado nuestros celulares y volvamos a contemplar el mundo que nos rodea.”