Día Mundial del Glaucoma

Se celebra el Día Mundial del Glaucoma, para concienciar a la sociedad de la importancia de la prevención de esta enfermedad.

Salud
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También conocida como ‘la enfermedad silenciosa, el glaucoma se trata de un padecimiento visual de carácter degenerativo que afecta al nervio óptico.
El glaucoma es una degeneración progresiva del nervio ocular que puede llegar a causar ceguera permanente en los pacientes que padecen esta enfermedad.

Desde el año 2008 se está llevando a cabo la celebración del Día Mundial del Glaucoma, como un aviso de prevención a aquellas personas que padecen enfermedades oculares, y aunque es incurable, si se detecta a tiempo puede llegar a frenar la ceguera y que la persona vea por mucho tiempo más.

Este padecimiento engloba hasta 60 enfermedades oculares, por eso hoy 12 de marzo se hace un llamado a la población para que se hagan exámenes de vista y garantizar que sus ojos se encuentren en óptimas condiciones.

Este día solo se convierte en el tema central de la Semana Mundial del Glaucoma, que inició ayer 11 de marzo y que termina el 17 de marzo, tiempo en el que diferentes centros de visión y organizaciones hacen campañas y exámenes con respecto a esta enfermedad progresiva.

Es muy importante tener un diagnóstico temprano, pues este padecimiento empieza a mostrar síntomas cuando el nervio óptico ya se encuentra deteriorado en un 40%, además “los familiares en primer grado de un paciente de glaucoma tienen un 10% más de probabilidades de padecer ellos también algún tipo de degeneración del nervio ocular”, según el portal DíaInternacionalde.com

Esta es la segunda causa de ceguera después de las cataratas y tiene como principal motivo el aumento de presión en el interior del ojo, lo que se conoce como tensión ocular.

Según el portal +Visión: “Las causas que originan el fallo en el drenaje del ojo, afectando al nervio óptico se desconocen, pero se han identificado algunos factores de riesgo como: Antecedentes de glaucoma en la familia; ser de raza negra o asiática; ser mayor de 40 años; tener la presión intraocular alta; padecer miopía, hipermetropía u otras patologías oculares previas; personas con estrechamiento del nervio óptico o con córneas más finas en la parte central del ojo”.