La confianza en Dios y su vida en nosotros
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. Juan Bautista seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía.
Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: “Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a Él”.
Juan respondió: “Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he dicho: «Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de Él».
En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz.
Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.
Reflexión: Es una lección de humildad ante el Señor Jesús a quien no podemos suplantar con nuestros intereses personales de poder o de honor...