Vivir con esmero nuestra relación con Jesús
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: “Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?”.
Y agregó: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.
Reflexión: Que nuestro compromiso hoy sea no solo agradecer, sino comprometernos con seguir avanzando en la expresión de nuestra relación con Jesús en todas las áreas vitales.