En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael, y dijo: “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.
“¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Jesús continuó: “Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees. Verás cosas más grandes todavía”.
Y agregó: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”
Reflexión: Un ejercicio que nos vendría bien, para ser consecuentes con la fe que proclamamos, sería el de vivir cada una de las acciones que nos muestran los nombres de los arcángeles: ser fuerza de Dios (Miguel); ser sanación de Dios (Rafael); y animar a la fortaleza en Dios (Gabriel), por medio de nuestra generosidad para que quienes no tienen esperanzas en la vida puedan, a través de nuestra presencia y ayuda, ser testigos de la Providencia del Señor.