Evangelio según Juan 3, 13-17

Evangelio
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¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!



En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: «No llores.» Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.» El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina.

Reflexión: La llamada que nos hace la Palabra es a estar atentos de los que sufren a nuestro alrededor, de mirarlos, de reconocerlos, de acercarnos a ellos, y de tocarlos y ayudarlos de forma real y concreta.