“No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”.
En aquel tiempo, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Reflexión: Esto valió para que todos reconocieran que no hay acto de caridad mas grande que el de entregar la vida por reparar historias rotas y corazones desgarrados por pecado, pues Cristo ha venido a sanar a los que están enfermo por el mal para regalarnos una nueva esperanza.