En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Reflexión: Pensemos por un momento, ¿Por qué nos cuesta ser sencillos? ¿Qué pretendemos ocultar cuando nos presentamos ante los demás como personas que todo lo podemos? Dialoguemos sin miedo con Jesús sobre nuestras heridas y miedos; Él nos ayudará