En aquel tiempo, cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.
Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: 'Trasládate de aquí a allá', y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes". Reflexión: Hoy es imprescindible fortalecer nuestra fe pidiendo al Espíritu Santo que acreciente nuestra oración, la vida sacramental y la fraternidad, para que nuestra fe se asemeje a la fuerza de un granito de mostaza y así se pueda hacer realidad el sueño de Dios en nuestra vida y en la de quienes nos rodean.