En aquel tiempo, después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
Reflexión: Pidamos al Espíritu Santo que derrame su gracia sobre nosotros, para buscar siempre al Señor y estar dispuestos a conducir a nuestros hermanos a una vida en Dios.