¡Es la ética, estúpido!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Es verdad: si voy a hablar de ética, no debería escribir en el título una palabra que puede entenderse como un insulto injustificado. Sin embargo, cuando explico que estoy parodiando el lema no oficial de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992 (It's the economy, stupid!) el lector empieza a entender el sentido de la expresión; y si aclaro que voy a hablar de las antiéticas declaraciones públicas de un señor de la Espriella, abogado del exmagistrado Pretelt, todo cobra sentido.

Para empezar, pues, hay que decir que solo es posible analizar esa actitud "sincera" en su contexto: la laxitud de una sociedad acostumbrada a admirar al corrupto permite que un sofisma de distracción tan barato como el pretendido sea aceptado por demasiados irreflexivos: "Una cosa es el derecho, y otra, la moral o la ética".

Aclaro que si bien se trata, este, de un enunciado cuya validez ha sido demostrada hace mucho con sesudas razones, tal no tiene nada que ver con lo debatido de fondo a partir de la afirmación que "se le chispotió" al mencionado doctor.

Así pues, revolviéndose en sus sepulcros, gracias a la tergiversación malintencionada, deben de andar los restos de Kant, Fichte o Kelsen (quienes supieron explicar su pensamiento; quienes, para empezar, tenían un pensamiento filosófico del derecho) cuando se afirma algo como "La ética no tiene nada que ver con el derecho", y ello se asocia a sus ideas.

Estarían muy molestos, de estar vivos, por ser invocados en vano; después de todo, ¿quién se imagina al cientificista Kelsen abogando por paramilitares?

En realidad, se trata de dos cosas bien distintas, las que se intenta confundir; de un lado está el hecho de que el derecho positivo sea tolerablemente ejercido por personas sin ética (jurídica, o ninguna); y, de otro, el ideal ineludible de que la profesión de abogado lleve implícitamente la necesidad de ser ético si lo que se requiere es garantizar su buena praxis, es decir, la justicia en la sociedad, y que, así, no sea un medio más para hacer plata.

Lo dicho tal vez persuada más cuando la ley se aplique en Colombia; esto es, cuando los Títulos I y II, del Libro Segundo, del Código Disciplinario del Abogado (ley 1123 de 2007), en verdad se hagan cumplir mediante poder coercitivo.

Calculo que el 95% de la normativa citada (que va de los artículos 28 a 39) está relacionada con cuestiones atinentes a la conducta del abogado en el foro, en tanto persona y profesional, que tales condiciones son indisolubles en este oficio de representar debidamente a otros.

Entonces, ¿de qué habla de la Espriella cuando pretende atornillar en su puesto a Pretelt desde la autolegitimación de sus valores sociales? A un "ejercicio privado del derecho" que no puede ser: se es abogado (¡y juez!) para la sociedad, tanto como se es ciudadano para los demás; por supuesto, no es de esperar que quien ve la ética lejos del derecho comparta esto.

En ‘El alma de la toga’, el español Ángel Ossorio es más claro: "[…] al abogado importa no es saber el derecho, sino conocer la vida. […]", y, "[…] Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras para advertirlo, será abogado; quien no tenga más inspiración y más guía que las leyes, será un desventurado ganapán.

[…]". No habrá justicia en Colombia mientras siga aceptándose la redituable no-ética de los ganapanes, por más que se diga una espontánea estupidez tras otra en sentido contrario.