Anunciadores valientes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



Uno de los textos que más me gusta de Hechos de los Apóstoles es 4,1-12 porque me encanta ver como Pedro es transformado por la acción del Espíritu Santo, él que antes se escondía ahora responde ante los interrogantes que hacen los judíos.

Lucas hace un esfuerzo por mostrarnos como Dios sigue actuando en los discípulos del resucitado. Así como Jesús anunció el Reino a través de Palabras y acciones lo hacen ahora sus discípulos.

La pregunta fundamental de los judíos sigue siendo: ¿con qué poder o a nombre de quién han hecho ustedes eso? Pedro, lleno de Espíritu Santo, responde. La respuesta de Pedro es una síntesis del kerigma: "esta sanación se ha hecho en virtud del nombre de Jesucristo Nazareno a quien ustedes crucificaron pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos".

Aquí está la proclamación de la fe pascual: la muerte y la resurrección de Cristo. Una proclamación que adquiere la forma de denuncia: de acusados, los apóstoles pasan a ser acusadores; es la piedra rechazada por ustedes los constructores, él es ahora la piedra fundamental.

En esta afirmación categórica está implícita la idea de que los acusadores ya no tienen autoridad. La economía de la salvación ha cambiado con la resurrección de Cristo, el único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo, no es la ley, sólo por él concede Dios la salvación a los hombres sobre la tierra, es la consecuencia de la resurrección.

Una catequesis polémica, breve y muy apropiada para quienes habiendo hecho condenar al Cristo, quieren oponerse a la predicación y anuncio de sus testigos de su resurrección.

Es característico de esta predicación de Pedro la profunda convicción con que anuncian a Jesús resucitado y la valentía con que lo hace sin dejarse amedrentar por las autoridades que querían amordazarlos.

Esta actitud nos falta muchas veces a sacerdotes y laicos católicos cuando hablamos de Jesucristo. No tenemos que tener miedo al anunciar a Jesucristo. Espero que cada uno de los que leen este escrito se sientan invitados a ser anunciadores de Jesucristo sin miedo y con mucha valentía.

Claro, que para poderlo anunciar con toda esa claridad se necesita vivirlo, tener una experiencia existencial que nos lleve a tener la certeza de lo que estamos anunciando. No se puede anunciar valientemente aquello de lo que tenemos muchas dudas. Cuando tenemos claro que en el evangelio está el sentido de la vida, entonces no tenemos ningún miedo de anunciarlo. Y lo anunciamos con nuestra vida, con nuestra coherencia, con nuestras palabras y actitudes diarias.

Espero que tú estés dispuesto a anunciarlo y que tu vida hable de Él; qué tu vida diaria, como papá, como ejecutivo, como jefe, como esposo, como amigo sea un anuncio de la propuesta de Jesucristo, una propuesta que llena de sentido y felicidad la vida de los hombres. Ánimo! esa es nuestra tarea de este día.